martes, 29 de octubre de 2013

La leyenda de la fundación de Pontevedra


Pontevedra al atardecer. Foto: j.cerdeira

Fvndote Tevcro valiente
de aqveste río en la orilla
para que en España fveses
de villas la maravilla...
Sobre la fachada de la vieja casona renacentista, que antaño acogía el consistorio de la ciudad de Pontevedra, aparecían unos conocidos versos que hablaban de su origen mítico y que la emparentaban con la lejana Ilión. Los versos, labrados en el duro granito con pretensiones de eternidad, fueron mandados tallar por el regidor de la villa don Melchor de Teves a mediados del siglo XVI. Son, por tanto, relativamente recientes. Pero su mera existencia nos habla de una villa próspera y culta, quizás algo envidiosa de su rival Compostela, que a falta de un Señor Santiago con el que relacionarse, busca sus raíces en la lejanía de los héroes de la mitología clásica para mostrar así su orgullo de ciudad próspera.

Hubo un tiempo en que los hombres bastante tenían con sobrevivir, y su supervivencia era ya una heroicidad. Mas vinieron tiempos mejores, y las ciudades se enriquecieron y decidieron dotarse de un pedigrí que la historia les había negado. Ya en la antigüedad, muchas ciudades habían acudido a los héroes troyanos y a las narraciones de sus frustrados regresos para hacerlos protagonistas de la fundación de sus pujantes urbes. Algo semejante va a ocurrir cuando las comunidades bajo-medievales comiencen a experimentar significativos procesos de desarrollo, tanto económicos como sociales. Ellas repetirán el fenómeno recurrente de la mitificación compitiendo entre sí en la búsqueda de unos orígenes lo más nobles y arcaicos posible. Y, como ocurriera en la antigüedad, esos orígenes legendarios seguían buscándose en la heroica guerra troyana,  cuando no, ahora, en la misma Biblia.

A finales del medioevo, la villa de Pontevedra había alcanzado su máximo esplendor. Los escritores coetáneos hablan de ella de forma elogiosa. El licenciado Molina nos dice que era el mayor pueblo de Galicia y que estaba formado por gentes ricas por la mayor parte. A su vez, Juan de Guzmán nos apunta que disfrutaba de un clima tan benévolo, que inclina á las gentes, no solamente á que amen los estudios de letras, sino también á que se den á ellos y favorezcan á los buenos ingenios... y continua diciendo: Y assí este pueblo creo que tiene dos cosas, en que se señala más que ningún otro de España. Lo uno que tiene más número de letrados que otro alguno de España de su tamaño: y lo otro, que tiene clima, el qual á la clara ayuda á los ingenios...

Parece pues lógico que la mayor villa de Galicia, aquella en la que habitaba el mayor número de gente letrada, conocedores de los textos de escritores clásicos como Asklepiades de Mirlea, Trogo Pompeyo, Estrabón, Plinio el Viejo, Silio Itálico y Iuniano Iustino, o de los medievales como los del propio San Isidoro de Sevilla, en los que se hablaba de la llegada del valeroso Teucro, mítico arquero de la guerra de Troya, hasta estos confines del mundo conocido, no podía carecer de los más antiguos y heroicos orígenes...


Teucro, el legendario fundador de la ciudad de Pontevedra, era hijo de Telamón, rey de Salamina, y de la princesa troyana Hesíone. Era, por tanto, griego, aunque por su nombre, (quizás derivado del origen de su madre: teucro es sinónimo de troyano) suele confundirse con el otro Teucro, el mítico fundador de la no menos mítica ciudad de Troya. Teucro Telamónida acudió a la guerra de Troya acompañando a su hermanastro Áyax, rival permanente de Odiseo. Áyax disponía de un enorme escudo, confeccionado con las pieles de siete bueyes, tras el que se amparaban los dos hermanos. Teucro, por su parte, iba armado con un arco infalible, regalo del mismísimo Apolo, que manejaba con suma destreza. Pero el papel reservado a los dos hermanos en la guerra fue muy distinto pues, mientras Áyax aparece siempre como uno de los principales héroes griegos, el papel de Teucro es más bien modesto, quizá debido a su origen ilegítimo.

Dado el carácter vanidoso y violento de Áyax, su padre siempre temió por su vida; así que, antes de viajar a Troya, encargó a Teucro que lo vigilara permanentemente. Todo había ido bien durante los combates, sin embargo, fallecido Aquiles, Áyax y Odiseo se disputaron las armas del héroe muerto, y como éstas hubieran sido adjudicadas a Odiseo, Áyax, no pudiendo soportar la afrenta, se suicidó. Cuando Teucro volvió a Salamina y contó lo sucedido a su padre, éste le reprochó el no haber evitado la disputa que condujo a la muerte de su hermano, el no haber recogido sus cenizas y el no haberlo vengado. Por todo ello, lo desterró.

Teucro tomó el camino de Occidente, como otros muchos héroes de aquella guerra legendaria. Con algunos de sus fieles llegó hasta Chipre, donde fundó una ciudad a la que dio el nombre de su querida Salamina y, más tarde, viajó hasta las costas ibéricas donde se detuvo de nuevo para descansar y fundar la futura ciudad de Cartagena. Allí, informado de la muerte de su padre, intentó retornar a su patria, pero sin éxito pues su sobrino Euriasces, hijo de Áyax, lo rechazó.

Una nueva odisea llevó al apenado Teucro a navegar por los mares que conducen a Occidente, más allá del Fectum Herculeum, y allí, cuando ya había perdido toda esperanza de encontrar una tierra que lo acogiera, oyó los dulces y melodiosos cantos de una sirena (Con doce voz, coma se de mel fose, cantaba Leucoíña, arrolada pola branca espuma de tódolos mares...). Sabía que sus cantos eran sinónimo de muerte, mas considerándose a sí mismo acabado, no dudó en abandonarse a su destino y dejarse llevar por aquellos aires cadenciosos que parecían presagiar una muerte apacible...

Pero, mientras dormía, su barco había encallado en la más hermosa de las rías, en la más ancha, la más limpia, la más pacífica y la más rica por la fertilidad de las frondosas campiñas que la bordeaban. Cuando se despertó pudo comprobar cómo sus hombres se afanaban en bajar a tierra los pocos enseres que les quedaban, y al levantar la vista y ver aquellas tierras ubérrimas en las que había recalado, las aceptó de inmediato como su nueva y última morada. Allí creció un pueblo al que sus vecinos llamaban el pueblo de los helenos o Helenes, o La bella Helenes, y que más tarde fue... Pontevedra.

Sí, aquellos griegos descendientes de Teucro cedieron el mando a sus primos romanos, y lo que era un pequeño poblado entorno a un vado del río, acabó por ser una espléndida villa, rica, con muchos hombres de letras capaces de recuperar el pasado. De nuevo el mito se hizo vivo y los hombres, siempre deseosos de emparentar con los dioses, los adornaron y engrandecieron.

Del Zebedeo la espada,
corona tv gentileza
vn castillo, puente y mar
son timbre de tv nobleza...

J. Cerdeira 2006


lunes, 28 de octubre de 2013

Hoy recordamos el nacimiento de Ramón M. del Valle-Inclán


Estatua de Valle-Inclán en la plaza de Méndez Núñez de Pontevedra, donde él tenía su tertulia. Foto: j.cerdeira


Yo era en mis sueños, don Ramón, viajero
del áspero camino, y tú, Caronte 

de ojos de llama, el fúnebre barquero 
de las revueltas aguas de Aqueronte. 
Plúrima barba al pecho te caía. 
(Yo quise ver tu manquedad en vano.) 
Sobre la negra barca aparecía 
tu verde senectud de dios pagano. 
Habla, dijiste, y yo: cantar quisiera 
loor de tu Don Juan y tu paisaje, 
en esta hora de verdad sincera. 
Porque faltó mi voz en tu homenaje, 
permite que en la pálida ribera 
te pague en áureo verso mi barcaje.

Antonio Machado: A don Ramón María del Valle Inclán



Ramón Valle Peña (más tarde llamado Ramón María del Valle Inclán) nació tal día como hoy del año 1869 en Villanueva de Arosa, Pontevedra.

Comenzó estudios de derecho en Santiago de Compostela, pero la muerte de su padre le permitió interrumpirlos, al no sentir ningún interés por ellos, y marcharse a México, donde pasó casi un año ejerciendo como periodista y firmando por primera vez sus escritos como Ramón del Valle-Inclán.

De vuelta a España, se instaló en Pontevedra; publicó diversos cuentos y editó su primer libro, Femeninas (1895) que pasó inadvertido para la crítica y el público. Viajó a Madrid, donde entabló amistad con jóvenes escritores como Azorín, Pío Baroja y Jacinto Benavente y se aficionó a las tertulias de café, que no abandonó ya a lo largo de su vida. Decidió dedicarse exclusivamente a la literatura y se negó a escribir para la prensa porque quería salvaguardar su independencia y su estilo, a pesar de que esta decisión lo obligó a una vida bohemia y de penurias.

Tuvo que costearse la edición de su segundo libro, Epitalamio (1897), y por esa época se inició su interés por el teatro. Una folletinesca pelea con el escritor Manuel Bueno le ocasionó la amputación de su brazo izquierdo. Con el propósito de recaudar dinero para costearle un brazo ortopédico que el escritor nunca utilizó, sus amigos representaron su primera obra teatral, Cenizas, que fue su primer fracaso de público, una constante en su futura carrera dramática.

En 1907, Valle-Inclán se casó con la actriz Josefina Blanco y, entre 1909 y 1911, se adhirió al carlismo, ideología tradicionalista que atrajo al autor por su oposición a la sociedad industrial, al sistema parlamentario y al centralismo político. En 1910, su esposa inició una gira por Latinoamérica en la que él la acompañó como director artístico. Durante el viaje, la compañía teatral de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza contrató a Josefina Blanco y, de vuelta a España, estrenó dos obras de Valle-Inclán,Voces de gesta (1911) en Barcelona y La marquesa Rosalinda (1912) en Madrid.

A pesar de sus fracasos teatrales, hacia 1916 ya se le consideraba un escritor de prestigio y una autoridad en pintura y estética, por lo que el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes lo nombró titular de una nueva cátedra de estética en la Academia de San Fernando en Madrid. Esto supuso un alivio para su crónica escasez de dinero, pero, por problemas burocráticos y la propia incompatibilidad del escritor con la vida académica, abandonó muy pronto el cargo. Invitado a París por un amigo francés (en 1915 se había declarado partidario de los aliados, lo que lo llevó a la ruptura con los carlistas), pasó un par de meses visitando las trincheras francesas, experiencia que describió en La media noche. Visión estelar de un momento de guerra (1917).

La década de los veinte significó su consagración definitiva como escritor y un replanteamiento ideológico que lo acercó al anarquismo. Cuando, en abril de 1931, se proclamó la segunda república, el escritor la apoyó con entusiasmo y al año siguiente fue nombrado Conservador General del Patrimonio Artístico por Manuel Azaña, cargo del que dimitió en 1932 para dirigir el Ateneo de Madrid.

En 1933, fue nombrado Director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma, ciudad en la que vivió un año. Enfermo, regresó a España y fue ingresado en una clínica en Santiago de Compostela donde murió después de manifestar su hostilidad hacia un gobierno de derechas.

La obra de Valle-Inclán

Su producción literaria es muy amplia y compleja, porque si bien tocó casi todos los géneros, nunca se ciñó a sus normas, y rechazó la novela y el teatro tradicionales. Estéticamente siguió dos líneas: una, poética y estilizada, influida por el simbolismo y el decadentismo, que lo inscribió entre los modernistas; la otra es la del esperpento (que predominó en la segunda mitad de su obra), con una visión amarga y distorsionada de la realidad, que lo convierte, en palabras de Pedro Salinas, en "hijo pródigo del 98".

Entre 1902 y 1905, publicó las Sonatas, su primera gran obra de narrativa y la mayor aportación española al modernismo. La unidad de estas cuatro novelas recae en el personaje del Marqués de Bradomín, una irónica recreación de la figura de don Juan, convertido en "feo, católico y sentimental". En Flor de santidad (1904), que sigue en la misma línea estética, aparece por primera vez un tema en el que abundó a lo largo de su carrera: la recreación mítica de una Galicia rural, arcaica y legendaria.

En sus tres novelas de la guerra carlista, Los cruzados de la causa (1908), El resplandor de la hoguera (1909) y Gerifaltes de antaño (1909), su estilo se simplificó al despojarse de los adornos modernistas. Por su profundización en los sentimientos individuales y colectivos, la trilogía anticipó sus mejores obras posteriores. Tirano Banderas (1926) es su novela más innovadora y se puede considerar como el primer exponente del esperpento valleinclanesco. Su argumento es la crónica de un dictador hispanoamericano, analizado como la fatal herencia que España transmitió a América. No hay linealidad temporal, sino una serie de cuadros que dan una visión simultánea de los acontecimientos que acaecen en tres días.

Su obra narrativa se completó con El ruedo ibérico, un ciclo novelesco cuyo objetivo era abarcar, en forma de novela, la historia de España desde la caída de Isabel II hasta la ascensión al trono de Alfonso XII. La muerte truncó este ambicioso proyecto, del que sólo vieron la luz La corte de los milagros (1927), Viva mi dueño (1928) y la incompleta Baza de espadas(1932). También aquí rompió la sucesión temporal y la narración se asentó en cuadros, a veces muy breves, discontinuos e independientes, cuya única conexión es el contexto histórico. El lenguaje, proveniente del mundo de los toros y el teatro, con diversos registros idiomáticos que van desde lo refinado a lo chabacano, acentuó lo grotesco de la realidad que describió.

El teatro

La obra dramática de Valle-Inclán es probablemente la más original y revolucionaria de todo el teatro español del siglo XX, al romper las convenciones del género. En palabras de su autor: "Yo escribo en forma escénica, dialogada, casi siempre. Pero no me preocupa que las obras puedan ser o no representadas más adelante. Escribo de esta manera porque me gusta mucho, porque me parece que es la forma literaria mejor, más serena y más impasible de conducir la acción". Se inició con Cenizas (1899) y El marqués de Bradomín (1906), adaptaciones de dos de sus relatos. Todavía inscritas en el estilo decimonónico teatral, manifestaron sin embargo rasgos muy personales, como el gusto por el tema de la muerte, el pecado y la mujer, y la importancia de lo plástico en las acotaciones escénicas.

Las Comedias bárbaras, una trilogía compuesta por Águila de Blasón (1907), Romance de lobos (1908) y Cara de plata (1922), constituyeron la primera gran realización dramática valleinclanesca. En abierta ruptura con el teatro de la época tienen como tema una Galicia feudal y mágica cuyo desmoronamiento se simbolizó en la degeneración del linaje de los Montenegro. Retomó la mítica gallega con El embrujado (1913) y Divinas palabras (1920), y utilizó como protagonistas a personajes populares y marginados. Sus obras más abiertamente modernistas son Cuento de abril (1909), Voces de gesta (1912) y La marquesa Rosalinda (1913), aunque en ellas hay elementos que presagian el cambio de su teatro, como la visión irónica y casi esperpéntica de una España ruda y provinciana que contrasta con la cosmopolita y refinada Francia.

Valle-Inclán dio el nombre de esperpentos a cuatro obras: Luces de bohemia (1920), Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán (1927), estas tres últimas agrupadas en el volumen Martes de carnaval (1930). El autor puso en boca del protagonista de Luces de bohemia, Max Estrella, la explicación a la necesidad de crear un nuevo género escénico: la tragedia clásica no podía reflejar la realidad española, porque ésta se había convertido en "una deformación grotesca de la civilización europea". El esperpento fue, pues, para Valle-Inclán una moderna concepción de la tragedia.

Más información: wikipedia.org

martes, 22 de octubre de 2013

EPIFANIO TIERNO HA MUERTO


Artículo en el periódico ABC firmado por Luis Prados de la Plaza.

Epifanio Tierno, Epi, el hombre que componía los libros de la Enxebre Orde da Vieira, ha muerto. Y ha muerto en silencio, sin molestar, sin decir nada a nadie, seguramente tan feliz como lo había estado siempre. "Señor -rezaba todos los días nuestro amigo Epi- Tú sabes que estoy preparado, que tengo las maletas hechas... Cuando Tú quieras, Señor, no tienes más que llamarme...". Y Dios le llamó, y él, sin hacer ruido, se nos fue. Ya no volveremos a verlo con su sonrisa amiga entre los miembros del Consello, ya no estará con nosotros para componer libros, para llenar nuestros corazones con su amistad, para sonreír ante nuestras pequeñas quejas... Epi, nos has dejado, te has ido sin decirnos nada; pero, viejo amigo, nuestra alma y nuestros corazones siempre estarán rebosantes con tu recuerdo inolvidable. ¡Cuánto te queríamos Epi...!

José Cerdeira Taboada.

viernes, 18 de octubre de 2013

Hoy recordamos: El nacimiento de Pablo Iglesias Posse




El Ferrol (La Coruña), 18 de Octubre de 1850 / Madrid, 9 de Diciembre de 1925

PABLO IGLESIAS POSSE, líder del movimiento obrero español, fue el cofundador del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879 y de la Unión General de Trabajadores (UGT) en 1888.

De ascendencia humilde, nació el 18 de octubre de 1850 en El Ferrol (La Coruña). Paulino, como le llamaban familiarmente, asiste a la escuela desde los seis hasta los nueve años, momento en el que muere su padre, un peón municipal, y se traslada a vivir a Madrid en compañía de su madre y su hermano menor. Los tres hicieron el viaje a pie, tirando de un pequeño carromato en el que llevan los pocos enseres que poseían. En la capital, la madre tiene que pedir limosna e ingresa a los dos hijos en el Hospicio de San Fernando. Allí, el joven Iglesias acaba los estudios primarios y elige el curso de tipógrafo como oficio a aprender.
Con las propinas que recoge como repartidor comienza su afición por la lectura y el teatro. Cuando tiene doce años huye del hospicio para trabajar y ayudar a su madre. Ejerce su oficio en diferentes imprentas, mejorando poco a poco su salario.

En una de las ocasiones, le echarán por sumarse a una huelga y de nuevo sufre el paro, la miseria y la desgracia: su hermano muere de tuberculosis. Asiste a clases nocturnas y aprende francés, que le sirve para leer las obras de algunos clásicos de la ciencia política y más adelante, para realizar algunas traducciones de los socialistas franceses y entenderse en los congresos internacionales en los que participa.
Al amparo de las libertades que otorga la Constitución de 1869, la sección española de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) organiza una serie de conferencias en Madrid y a ellas asiste Iglesias y, en 1870, solicita su ingreso en la sección de tipógrafos. Poco tiempo después resultó elegido miembro del Consejo Federal de Madrid. La aparición de "La Solidaridad", periódico de la Internacional, le proporciona una ocasión para iniciar una intensa labor periodística que solo acabará al final de su vida.
Tras la ruptura de los anarquistas con Marx, Iglesias solicita su ingreso en 1873 en la Asociación del Arte de Imprimir y al año siguiente fue elegido su presidente. Desde esta nueva plataforma preparará durante varios años de labor clandestina la creación del segundo partido obrero de los que se constituirían en el mundo. El 22 de mayo de 1879, en un banquete de fraternidad internacional celebrado clandestinamente en Madrid, veinticinco personas (con Iglesias al frente) fundan el Partido Socialista Obrero Español.
En repetidas ocasiones irá a la cárcel por su cada vez mayor activismo político. La primera por una huelga en 1882 y la última, cuando tiene sesenta años. En todas las ocasiones rechaza las peticiones de indulto. También será víctima de la represión particular de los patrones que le niegan el trabajo. Gracias al periódico "El Socialista", que había fundado el 12 de marzo de 1886, y al salario que recibe como impresor, redactor y director del mismo, eludirá el hambre en más de una ocasión.
El 12 de agosto de 1888 se acuerda en Barcelona la creación de la Unión General de Trabajadores, nombre propuesto por Iglesias. Y en el Congreso de 1889 es nombrado presidente de su comité nacional, cargo en el que continuará hasta su muerte.
En 1890, cuando se celebra en Madrid por primera vez la jornada de lucha del Primero de Mayo, encabeza una impresionante manifestación y es el encargado de entregar al Gobierno las reclamaciones de las reformas legislativas, entre ellas la reforma de la jornada laboral a ocho horas.
En 1905 fue elegido por primera vez concejal del Ayuntamiento de Madrid y en las elecciones de junio de 1910, gracias a la alianza republicano-socialista a la que se había opuesto Iglesias, fue elegido (con el respaldo de 40.899 votos) primer diputado socialista que entra en el Parlamento español.
Su intensa actividad parlamentaria se va a limitar a los cuatro primeros años, ya que en 1914 el empeoramiento de su salud le impedirá asistir a la mayoría de las sesiones.
La escisión del partido en 1921 (cuando el PSOE, con el apoyo de Iglesias, adopta la línea socialdemócrata en contra de la III Internacional) y la constitución del Partido Comunista Obrero Español será mortal para la salud del viejo dirigente. En 1923 fue elegido diputado por última vez.
Aunque el fundador del socialismo español tenía una escasa formación teórica, su producción intelectual es cuantiosa y relevante. Desde su primer artículo, "La Guerra", firmado el 5 de diciembre de 1870 en "La Solidaridad" hasta el último, "El Proletariado vencerá", aparecido en "La Libertad" el 5 de diciembre de 1925, se pueden cuantificar unas dos mil colaboraciones en numerosos periódicos y revistas de España y del extranjero. Entre otros, escribió "El programa de nuestro partido", "Discurso", "Las organizaciones de resistencia", "El programa socialista", "Comentarios" y "Propaganda socialista". Tras su muerte fueron editados también muchos de sus escritos, como "Exhortaciones a los trabajadores", "Páginas escogidas", "Reformismo social y lucha de clases", "El Partido Socialista" y las reformas sociales" y "Antología crítica". Este conjunto convierte a Iglesias en uno de los mejores propagandistas, con la palabra y la pluma, del ideario socialista.
A su vez, pocos líderes obreros merecieron tanta atención y generaron tanta bibliografía como él. Fue objeto de vehemente defensa y furibundo ataque. De cualquier forma, su coherencia ética, su llamada a la regeneración y a la esperanza constituyen los rasgos fundamentales de su trayectoria vital.
El 9 de diciembre de 1925 falleció en Madrid. En un cajón de su humilde despacho dejó un sobre con 1.000 pesetas para "El Socialista", al que había estado vinculado desde su nacimiento.
El homenaje póstumo que se le tributó fue impresionante. Con la autorización del Gobierno, más de 150.000 ciudadanos acompañaron el féretro al cementerio civil de Madrid y desde todas las tribunas se le rindió un unánime y cálido recuerdo.