viernes, 15 de enero de 2010

Diario de una pareja de peregrinos. Etapa 4: Lorca, Estella, Los Arcos / 30 kms

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A las puertas de Estella
Día gris y lluvioso al despertar en Lorca, las capas de lluvia se hacían necesarias; nuestro objetivo: Los Arcos, aunque preveíamos una parada de cierta duración en Estella. Así, que había que combatir el frío, la humedad y una larga distancia, por lo que también un café bien caliente y un buen desayuno eran convenientes. Tras dejar atrás Lorca y avanzar por cómodos caminos agrarios llegamos a Villatuerta.  Los kilómetros previos a Estella, bajo una intensa lluvia y circulando por el arcén de la carretera, se hicieron muy duros, pero estábamos a punto de entrar en una de las ciudades más emblemáticas del Camino; junto al núcleo inicial de Lizarra, habitado por gentes de lengua vasca, se ubicaron barrios de francos y de judíos.   Con el incesante paso de peregrinos, esta ciudad navarra, a la que llaman “la Toledo del norte” por su estructura urbana y  su riqueza artística, constituye un auténtico crisol de culturas.

Al entrar en Estella nos salió al paso un hombre mayor, modestamente vestido y parco en palabras. Al pedirle información sobre dónde sellar nuestra credencial, nos dijo que lo primero era reponer fuerzas y sin mediar palabra, le seguimos hasta su sencilla casa donde nos sirvió (y gustosamente aceptamos) una taza de caldo que nos pareció el mejor del mundo. Luego, él mismo nos facilitó los sellos; había sido hospitalero de uno de los albergues estelleses. No teníamos todo el tiempo deseado por lo que le pedimos su opinión sobre qué visitar en Estella.
  • Sin duda, nos dijo, San Pedro de la Rúa.  Lo malo, añadió, es que está en obras, no está abierta al público
  • Ahh, ¿entonces?, preguntamos.
  • Todo se puede conseguir, peregrinos, sólo hay que desearlo con mucha intensidad, o rezar, o como queráis decirlo.
Y seguidamente nos condujo, en silencio, subiendo una escalinata, hacia San Pedro de la Rúa, ciertamente cubierta por andamios y lonas. Después de recorrer unos metros bajo el andamiaje, nos señaló una puerta y con voz queda y misteriosa, nos dijo:
  •  Quizá podáis ver el claustro. No tardéis.


Columnas torsas en el claustro de San Pedro de la Rua
Y así hicimos. Sólo resisten al paso del tiempo los lados Oeste y Norte, pero pudimos admirar la belleza de los capiteles románicos, con representaciones de la Pasión de Cristo o la profusión de decoración con motivos vegetales o animales fantásticos, o la curiosa doble columna torcida en la que se apoya uno de ellos. Además, las circunstancias en que lo visitamos, casi de tapadillo gracias a nuestro singular hospitalero, harían de nuestra visita a Estella algo inolvidable, seguro.

Cuando salimos del claustro, nos despedimos de nuestro anónimo amigo que no aceptó  gratificación alguna y continuamos nuestro camino, saliendo de Estella por Ayegui. Camino de Irache, hicimos la obligada parada en la fuente del vino, que probamos con moderación. Más arriba, el camino deja Montejurra a nuestra izquierda y Monjardín a la derecha, para recorrer los encinares de Azqueta, los viñedos de Villamayor y admirar la belleza de los calizos escarpes de la sierra de Urbasa, al Norte. Después el camino entra en un largo y sereno tramo de pistas entre campos de cultivo que nos lleva, como habíamos previsto, a Los Arcos. Una visita a la Iglesia de Santa María puso punto final a una etapa en la que se han mezclado lluvia, arte, paisaje, vino y personajes misteriosos.


Un fresco refresco en la fuente del vino
M y J

1 comentario:

  1. Hermoso testimonio.Me emocionó la acogida del Hospitalero de estella.Me sorprendió la Fuente del vino(¿Será real?.Como no está a mi alcance realizar el Camino,me identifico con estos peregrinos y los acompaño,mientrsas leo su diario.Gracias por compartir sus vivencias con nosotros.
    BARCA

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