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Esta primera cripta gallega está cubierta con bóvedas nervadas sobre cuyas claves se encuentran sendas figuras de ángeles: una portando un sol, obra del maestro Mateo, y otra con una luna, obra del maestro de las ropas mojadas. De este último maestro, llamado de las ropas mojadas por representar las telas adheridas a la piel como si de auténticas ropas mojadas se tratara, nos quedan numerosas estatuas pertenecientes a la antigua portada de la Cripta.