viernes, 9 de abril de 2010

Diario de una pareja de peregrinos: Etapa 10: Burgos a Hornillos del Camino / 21 kms

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¡Nieve!
El presagio del frío viento del norte de la etapa anterior se confirmó. Una intensa nevada había caído durante la madrugada y, aunque débilmente, aún nevaba cuando iniciamos la marcha. Resultan inolvidables tanto los blancos paisajes urbanos burgaleses como los campos, que atravesamos pisando nieve virgen. Olvidando las dificultades de la travesía y el intenso frío (hasta -9ºC), disfrutamos de una maravillosa etapa, en la que la nieve fue la auténtica protagonista. Los pueblos, los campos y el camino, teñidos de blanco, se sucedían ante nosotros que preferimos admirar tal belleza que protestar por la mala señalización del Camino, consecuencia de las muchas obras que encontramos a la salida de Burgos. Obras en las que hay prioridades y el Camino, desgraciadamente, no parece ser una de ellas.

¡Más nieve!
Hundiendo nuestras botas en la nieve, muchas veces hasta la rodilla, avanzamos lentamente hacia Villalbilla y Tardajos. Las muchas carreteras y vías de ferrocarril que se salvan en la ruta parecían abandonadas, sin uso. La intensa nevada había hecho cortar alguna de ellas o desaconsejar su utilización. Por ello nuestra travesía resultaba sobrecogedoramente silenciosa. Sólo se oía el suave crujir de la nieve bajo nuestras botas, el silencio de la nieve.

Con esa obligada lentitud, pero también aprovechando la serenidad y la belleza del paisaje y a veces los juegos, seguimos avanzando hacia Rabé de las Calzadas, otrora un nudo de comunicaciones romano; allí confluían las rutas hacia Reinosa (Juliobriga) y Coruña del Conde (Clunia).

¡Y más nieve!
Después de reponer fuerzas y calor, con un bien caliente café, reiniciamos la marcha hacia Hornillos del Camino, que decidimos sería el final de la etapa. Más corta de lo previsto dadas las condiciones climatológicas. Pero para ello nos quedaban algunos kilómetros entre la inmensidad del páramo y una blanca pista apenas perceptible por las rodadas de los tractores agrícolas, junto a estos peregrinos, únicos transeúntes del camino. Para los agricultores y ganaderos, para la gente del campo, no hay juegos ni dificultades ni excusas. Una vez más, nuestra admiración por ellos.

Tras una larga paramera, la pista inicia un suave descenso. A lo lejos, en medio de los inmensos campos nevados, ya se adivina Hornillos, típico pueblo-camino, con la mayoría de las casas dispuesta a ambos lados de una única calle. Las bajas temperaturas habían transformado la nieve en hielo y la calle en pista de patinaje. Con el necesario cuidado avanzamos hasta descubrir cerrado el albergue de la localidad lo que nos obligó a buscar alojamiento en un pueblo próximo, Estépar, donde cumplimos con el rito del sellado de credenciales y dimos por concluida la jornada.
M y JF

2 comentarios:

  1. me parece una experiencia muy hermosa y su lectura muy amena y entretenida. Espero pronto la publicación de la siguiente etapa

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  2. he enviado un comentario y no sé por qué no sale publicado. Es una relato ameno y una experiencia seguro que inolvidable. Un saludo a los autores

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