miércoles, 4 de noviembre de 2009

Abrazar al Apóstol

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2.3.- Abrazar al Apóstol. La cola que se forma en la plaza de la Quintana para entrar por la Puerta Santa, dar la aperta al Apóstol y bajar a la Cripta es la más numerosa de las que todos los días se forman delante de la Catedral. Y es normal, pues de todos los ritos jacobeos, el abrazo al Apóstol es, sin duda, el más difundido. Dejemos que sea nuestro ya viejo amigo Nicola Albani quien nos describa la ceremonia:

Detrás del altar mayor hay dos pequeñas puertecillas, una a cada lado, que se abren sólo dos horas por la mañana y dos por la tarde, para que suban los peregrinos a besar y a tocar la santa imagen de Santiago. No siendo peregrino no se puede subir, que ya sea caballero o dama o sacerdote u obispo, o incluso el mismo rey, no pueden subir si antes no se han colocado algún signo de peregrino, pues éste es un privilegio sólo para ellos puesto por el Papa Calixto y confirmado por otros Pontífices. Por la puerta de la izquierda se sube y por la de la derecha se baja, y sólo puede subir una persona a la vez pues las puertas son estrechas. Al subir dicha escalera se encuentra un pequeño rellano, que está detrás de la imagen del Santo, y donde hay siempre dos clérigos que enseñan cómo deben hacer los peregrinos; aunque más bien están para vigilar el tesoro y para que la gente no se detenga. Así que, habiendo yo subido la primera vez, hice como hacían los demás, que se acostumbra a poner el sombrero en la cabeza de la propia imagen del Santo.

Y hacemos ahora una pequeña interrupción en la narración del napolitano para referirnos a otro viajero, al también italiano Cosme de Médicis, quien casi cien años antes ya mostraba su sorpresa con la ceremonia del sombrero: ...y es cosa indecente y ridícula el ver que la gente, por no saber donde dejar el sombrero mientras abraza la estatua del Apóstol, lo coloca en la cabeza del Santo, el cual, visto des-de la iglesia, muda a cada momento de sombrero...

Los Príncipes tras la imagen del Apóstol

Tras la puesta del sombrero, Albani continuó con el bordón, la esclavina y la cartuchera: ...y revestí toda la imagen con la indumentaria de peregrino, poniéndola encima del Santo Apóstol, pero sólo por un momento, que enseguida se quitan y se ponen de nuevo encima del peregrino. Luego le di un abrazo a la santa imagen, encomendándome al Santo según mi intención, y salí enseguida llevado por los clérigos...


¿Y cómo es hoy la ceremonia? Pues muy parecida, salvo, claro está, en que ya no se usa sombrero y la falta de tiempo impiden el entretenerse revistiendo al Santo de peregrino. El tiempo es poco, sí. Como curiosidad decir que, tras las horas de espera en la cola, cada visitante tarda sólo entre cuatro y cinco segundos en dar el abrazo al Apóstol y hacer la petición de rigor; ello nos da idea de lo costoso que resulta, en cuanto a tiempo, ese corto abrazo.