lunes, 23 de noviembre de 2009

Entrega del trofeo Madrigallego de Oro al mérito en la comunicación al periodista Enrique de Aguinaga

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El próximo sábado día 28, a las 20 horas, celebraremos un acto especial en las dependencias de la Xuntanza de Galegos de Alcobendas para hacer entrega del Trofeo Madrigallego de Oro al Mérito en la Comunicación al periodista Enrique de Aguinaga, Cronista Mayor de Madrid (esta entrega no pudo realizarse en la última celebracion capitular por indisposicion del homenajeado).

Realizará la Laudatio el Gran Canciller de la Orden Enrique Santín, y hará entrega del Diploma Manuel Méndez, Presidente del Club de Periodistas Gallegos de Madrid, tras lo cual el homenajeado nos brindará una breve y seguro que simpática conferencia. Todo ello se rematará con una animada cena en los mismos locales de Xuntanza.

Se ruega la asistencia para arropar al homenajeado. En todo caso, es imprescindible reservar con al menos  dos días de antelación.

El consello de la Orden


D. Enrique de Aguinaga es Licenciado y Doctor en Ciencias de la Información y maestro de periodistas durante más de medio siglo.

Es Catedrático de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid. Fundador, Director y Profesor del Master en Periodismo de ABC. Profesor extraordinario de la Universidad San Pablo-CEU. Profesor de Universitas Senioribus. Cronista de la Villa de Madrid y Decano de los Cronistas de la Villa. Miembro numerario del Instituto de Estudios Madrileños, del que ha sido Presidente y es Vocal nato en su Directiva. Miembro de número de la Real Academia de Doctores. Miembro del Consejo Director de la Ciudad. Fundador y Director de la revista “Ilustración de Madrid”.

Tiene numerosas publicaciones, especialmente sobre Madrid, sobre Historia contemporánea española y sobre la profesionalización del periodismo.

Ha recibido diversas distinciones como el Premio Nacional de Periodismo o los Premios “ Luca de Tena ”, “Mesonero Romanos ” y el “ Rodríguez Santamaría”.

Aunque no nació en Galicia, se considera de pleno derecho un “galicio”, término que él ha creado para explicar su alto grado de galleguidad. Vivió en Galicia durante una etapa de su infancia y otra en su juventud para estudiar Magisterio en Ourense, teniendo entre sus profesores a Vicente Risco. Su primer destino como Maestro fue en Piornedo (Ourense) y después comenzó sus estudios de Derecho en Santiago. Tiene a gala pertenecer a la Asociación de Antiguos Tunos Compostelanos.

Antes de instalarse en Madrid, contrajo matrimonio en La Coruña con la galleguísima Manolis, cuyos restos mortales reposan en un original mausoleo en A Bouza, entre los Monasterios de Poio y Armenteira.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Quintás Seoane recibe el premio Victoriano Reinoso de Aegama

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En un importante acto celebrado en la noche de ayer en el hotel Eurostars Madrid Tower, nuestro Madrigallego de Oro 2003 al mérito empresarial, Juan Ramón Quintás, recibió el prestigioso premio Victoriano Reinoso que la Asociación de Empresarios Gallegos en Madrid concede a su empresario más destacado. Al evento asistieron, entre otros, el presidente de la Xunta Alberto Núñez Feijoo, la presidenta de la Asamblea de la Comunidad de Madrid Elvira Rodríguez, el ex presidente de la Xunta Fernando González Laxe, el ex ministro José Manuel Romay Beccaría, varios conselleiros de la Xunta y una numerosísima representación del mundo financero español entre los que podemos destacar a Julio Fdez. Gayoso de Caixanova, patrocinadora del acto, y a José Luis Méndez de Caixa Galicia.

Podrás encontrar más información en nuestro blog hermano http://madrigallegos.blogspot.com/ donde, en los próximos días, también podrás ver numerosas fotos de los asistentes al acto.

domingo, 15 de noviembre de 2009

La ofrenda al Apóstol

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2.4.- Ofrenda al Apóstol. La ofrenda nacional al Apóstol tiene su origen en una disposición del rey Felipe IV, hecha el 17 de junio del año 1643, por la que se comprometía a destinar anualmente mil escudos de oro al culto del Apóstol en su iglesia de Compostela. La ofrenda tenía el propósito de servir de desagravio por las dudas que la Monarquía había mostrado sobre el patronazgo del Apóstol Santiago sobre España.

Aunque el patronazgo del Apóstol suele remontarse a la batalla de Clavijo, o más exactamente, al Voto concedido en el año 834 por el rey Ramiro I, la historiografía ha demostrado la invalidez de aquel Privilegio. Sin embargo, la influencia del documento debió ser lo suficientemente importante como para consolidar ese patronazgo sin que ningún otro documento viniera a ratificarlo. El asunto no levantó ninguna polémica especial hasta finales del siglo XVI, momento en el que comienzan a cuestionarse parte de las leyendas relacionadas con la predicación y posterior enterramiento del Apóstol en España.
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Por otra parte, coincidiendo con el decaimiento de las peregrinaciones y el cuestionamiento de las viejas leyendas, ocurre la beatificación de Teresa de Ávila y la consiguiente expansión del fervor popular hacia la Santa. Ante esta situación, la Orden de los Carmelitas Descalzos propone, en 1617, a las Cortes de Castilla el nombramiento de la nueva santa como copatrona de España junto con el apóstol Santiago. En un principio las Cortes se mostraron receptivas a la idea, mas las quejas de numerosas iglesias relacionadas con el culto al Apóstol (Granada, Sevilla y, por supuesto, Compostela) hicieron la decisión inviable. La contienda entre santiaguistas y teresianos duró veinte años, hasta que en 1627 Felipe IV se inclinó por el patronazgo único del Apóstol.

Durante los veinte años de disputas, la iglesia Compostelana formó un frente común de escritores, la mayor parte de ellos relacionados con las propias instituciones jacobeas, pero otros escribiendo por impulso personal o, incluso, a sueldo (como el propio Francisco de Quevedo). Su argumentación consistía en afirmar la preeminencia del Apóstol por cuanto fue su predicación la que posibilitó que Teresa fuera cristiana. Por otra parte, recurrían a fundamentos jurídicos intentando demostrar la incapacidad legal del poder civil para alterar un patronazgo de derecho divino.

Los partidarios de la Santa, también llamados antisantiaguistas, basaban su argumentación en el lado piadoso del asunto, en lograr el reconocimiento de un nuevo tipo de religiosidad, intimista y místico, alejado del tradicional belicismo jacobita, que enriquecería la iglesia en general. La victoria final fue más una cuestión política que religiosa: triunfó, como era de esperar, la salvaguarda de los valores tradicionales y las glorias de España.
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El episodio quedó así zanjado y el Apóstol desagraviado mediante la ofrenda hecha por el monarca. Pero, curiosamente, durante las Cortes de Cádiz, en 1812, renació de modo sorprendente: unos diputados laicos proclamaron patrona de España a la santa de Ávila en detrimento del apóstol viajero. Ni que decir tiene que la defensa de la Santa corrió a cargo de los diputados liberales mientras que fueron los conservadores los encargados de defender los tradicionales derechos del señor Santiago.

Como cabía suponer, Fernando VII restituyó de inmediato las cosas a su estado anterior y, con algunas cortas etapas de interrupción en el reinado de Isabel II y durante la II República, el patronazgo y la correspondiente ofrenda al Apóstol llegó hasta nuestros días sin mayores cambios.
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La ofrenda al Apóstol no debe ser confundida con el Voto de Santiago, éste mucho más antiguo pues se supone concedido el 25 de mayo del año 834 por Ramiro I en Calahorra. El Voto obligaba a todos los campesinos de tierras conquistadas a los musulmanes a pagar un diezmo a la iglesia de Santiago como reconocimiento a su intervención a favor del bando cristiano:

Tras esta victoria inesperada por la milagrosa aparición del beatísimo Santiago, patrono y defensor nuestro, decidimos ofrendar al mismo este don perpetuo. Por eso establecemos para toda España y lugares que Dios permita liberar de los sarracenos, y en nombre del apóstol Santiago, que se dé cada año y a modo de primicia una medida de grano y otra de vino por cada yunta de tierra para sostenimiento de los canónigos que residan y oficien en la iglesia de Santiago. También concedemos y confirmamos que cuando los cristianos de toda España invadan la tierra de los moros, den del botín obtenido la parte que le corresponda a un guerrero montado.

El documento anterior, en que se basa el Voto, es un documento falsificado que, no obstante, sirvió para enriquecer enormemente la iglesia compostelana, especialmente después de la conquista de Granada. El Voto de Santiago fue definitivamente derogado por las Cortes de Cádiz en 1812 (justo antes de desposeer también al Apóstol Santiago del patronazgo de España en favor de Santa Teresa).

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Abrazar al Apóstol

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2.3.- Abrazar al Apóstol. La cola que se forma en la plaza de la Quintana para entrar por la Puerta Santa, dar la aperta al Apóstol y bajar a la Cripta es la más numerosa de las que todos los días se forman delante de la Catedral. Y es normal, pues de todos los ritos jacobeos, el abrazo al Apóstol es, sin duda, el más difundido. Dejemos que sea nuestro ya viejo amigo Nicola Albani quien nos describa la ceremonia:

Detrás del altar mayor hay dos pequeñas puertecillas, una a cada lado, que se abren sólo dos horas por la mañana y dos por la tarde, para que suban los peregrinos a besar y a tocar la santa imagen de Santiago. No siendo peregrino no se puede subir, que ya sea caballero o dama o sacerdote u obispo, o incluso el mismo rey, no pueden subir si antes no se han colocado algún signo de peregrino, pues éste es un privilegio sólo para ellos puesto por el Papa Calixto y confirmado por otros Pontífices. Por la puerta de la izquierda se sube y por la de la derecha se baja, y sólo puede subir una persona a la vez pues las puertas son estrechas. Al subir dicha escalera se encuentra un pequeño rellano, que está detrás de la imagen del Santo, y donde hay siempre dos clérigos que enseñan cómo deben hacer los peregrinos; aunque más bien están para vigilar el tesoro y para que la gente no se detenga. Así que, habiendo yo subido la primera vez, hice como hacían los demás, que se acostumbra a poner el sombrero en la cabeza de la propia imagen del Santo.

Y hacemos ahora una pequeña interrupción en la narración del napolitano para referirnos a otro viajero, al también italiano Cosme de Médicis, quien casi cien años antes ya mostraba su sorpresa con la ceremonia del sombrero: ...y es cosa indecente y ridícula el ver que la gente, por no saber donde dejar el sombrero mientras abraza la estatua del Apóstol, lo coloca en la cabeza del Santo, el cual, visto des-de la iglesia, muda a cada momento de sombrero...

Los Príncipes tras la imagen del Apóstol

Tras la puesta del sombrero, Albani continuó con el bordón, la esclavina y la cartuchera: ...y revestí toda la imagen con la indumentaria de peregrino, poniéndola encima del Santo Apóstol, pero sólo por un momento, que enseguida se quitan y se ponen de nuevo encima del peregrino. Luego le di un abrazo a la santa imagen, encomendándome al Santo según mi intención, y salí enseguida llevado por los clérigos...


¿Y cómo es hoy la ceremonia? Pues muy parecida, salvo, claro está, en que ya no se usa sombrero y la falta de tiempo impiden el entretenerse revistiendo al Santo de peregrino. El tiempo es poco, sí. Como curiosidad decir que, tras las horas de espera en la cola, cada visitante tarda sólo entre cuatro y cinco segundos en dar el abrazo al Apóstol y hacer la petición de rigor; ello nos da idea de lo costoso que resulta, en cuanto a tiempo, ese corto abrazo.