jueves, 15 de julio de 2010

Diario de una pareja de peregrinos. Etapa 26: de Portomarín a Palas de Rei / 25 kms

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El cruceiro de Lameiro

Última mirada a la Iglesia de San Nicolás y al nuevo Portomarín. Moderno, pero precioso. Lo recomendamos vivamente. Cruzamos el arroyo de las Torres, afluente del Miño y uno de sus colaboradores en la tarea de aportar agua al embalse de Belesar. Iniciamos una larga, pero asequible subida, entre bosques de pinos y helechos. La Galicia interior luce esplendorosa en días como hoy, a ratos nublado, a ratos con un fuerte sol. Sólo los horizontes que dejamos, sobre todo, a nuestra derecha, alimentan nuestro espíritu y nuestro ánimo. El alimento físico nos lo da un sencillo desayuno en el albergue de Gonzar.

Iglesia de San Tirso en Palas de Rei

Nuestro camino sigue jugando a subir y bajar, unas veces por pistas de tierra, otras por asfalto de carreteras secundarias y algunas cruzando con precaución vías de más tráfico. Llevamos ya más de 15 kilómetros cuando entramos en el Concello de Monterroso y nos topamos con el cruceiro de Lameiros, de finales del siglo XVII, singular por su doble cara, una con la imagen de Cristo y la otra con la Virgen de los Dolores. Hacemos allí también un pequeño descanso para afrontar la última parte de la etapa.

Tras Ligonde y Airexe, entramos en el concello de Palas. Verdes prados y “rubias gallegas” salen a nuestro encuentro. Nos referimos, claro es, no vayan a pensar otra cosa, a la apreciada ternera de raza autóctona. Y ya que hablamos de ganado vacuno, al poco llegamos a O Rosario, junto al Monte Sacro, lugar en el que, según la tradición los discípulos del Apóstol amansaron una manada de reses bravas para trasladar el cuerpo del santo. De alguna manera, nos recordó la historia de los toros bravos de Carrión, que hicieron huir al invasor musulmán para evitar el tributo de las cien doncellas. Similares historias o leyendas hemos escuchado en otras zonas de la Ruta, como en La Rioja. Como en muchas zonas de España, más bien de Iberia, en las que son comunes las distintas manifestaciones del culto al toro.

Y así llegamos a Palas de Rei, justo para asistir, en la Iglesia de San Tirso, a la Santa Misa que ofició su párroco y que más bien fue una Misa del Peregrino, habida cuenta de la afluencia de éstos y de las continuas alusiones de su oficiante al Camino de Santiago y su significado religioso. Como recuerdo de Palas y su iglesia nos queda, además, el sello en nuestra credencial.


M & JF

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