lunes, 20 de abril de 2009

El mítico viaje de Ith

Tras una larga y dura travesía, Ith llegó a las tierras del más allá. Eran aquellas unas tierras verdes, con suaves colinas y amplios valles, húmedas y fértiles, nada distintas de su tierra natal. Y conoció a sus habitantes, que le recibieron cortésmente. Se llamaban a sí mismos los Tuatha Dé Danann, es decir, los descendientes de la diosa Danu.

Ith fue conducido a la fortaleza de Ailech, en el actual condado de Donegal, donde residían los tres reyes de aquella tierra. Se llamaban Mac Cuill, Mac Cecht y Mac Greine, y debían su poder a sus mujeres que eran hermanas y sacerdotisas de Danu. Los tres eran reyes, pero no gobernaban conjuntamente sino sucesivamente.

Cuando Ith llegó a Ailech, los tres reyes discutían sobre la apropiación de las tierras de un cuarto rey muerto. No había acuerdo entre ellos, sus posiciones eran inamovibles y todo parecía conducir a un enfrentamiento armado. La llegada de Ith fue providencial, pues los tres aceptaron someter el caso al juicio del recién llegado.

- Gobernáis, -dijo Ith- una tierra privilegiada. Aprended a ser generosos y a disfrutar de los placeres que os proporciona la vida. Guardad, pues, vuestras espadas, reservadas para los enemigos, y que ese no sea un recurso para solucionar problemas entre hermanos.

Las palabras de Ith les parecieron sensatas… en un primer momento. Mas luego llegaron a la conclusión de que lo que quería aquel extranjero era quedarse con su reino. Para entonces, Ith, confiado, ya había desmontado del caballo, lo que fue un terrible error. Los tres reyes aprovecharon ese momento para atacarlo, e Ith quedó mortalmente herido, siendo retirado por sus hombres y llevado hasta las naves.

El cadáver de Ith fue traído de vuelta a Brigantia, donde su cabeza fue enterrada bajo la monumental torre mandada construir por su padre.
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