martes, 17 de enero de 2012

Apuntes Jacobeos: Las peregrinaciones en el siglo XX




    6.10.- La peregrinación en el siglo XX. En la actualidad vivimos un renacimiento de las peregrinaciones. La gente está ansiosa de experiencias, de vivencias espirituales, de novedades. En los últimos doce años, excluidos los años santos, el número de peregrinos ha crecido a un ritmo del 23,7 por ciento anual. Los lugares de origen son numerosos, como las profesiones y las edades. Forman la riada silenciosa, o no tanto, que llega mayoritariamente a Compostela en los meses de Julio y Agosto (más del 60% para años ordinarios). Son heterogéneos, variopintos, de distintas culturas... pero iguales. Personifican el ansia de conocer, la búsqueda del más allá, de aquella ultreia medieval y misteriosa, del descanso tras el cansancio agotador. Son los peregrinos actuales, quizá los mismos de siempre...
 
      El peregrino típico es joven, quizá de entre veinte y treinta años (30% de los casos); suele ser varón (un 65% de las veces) y, como cabría esperar, español (70% de ellos). Su comunidad de origen podría ser Galicia, Cataluña, Castilla León, Euskadi o Valencia (un 10% para cada una), pero lo más habitual (un 20% de los casos) es que sea madrileño. Estudia (en el 30% de los casos) y viene a pie (60% de las veces)...

      Ya tenemos pues al arquetipo de peregrino: un estudiante madrileño de entre veinte y veinticinco años, que llega a Santiago a pie y que, y esto es lo importante, peregrina a Compostela por motivos religiosos (65% de los casos). Sí, ya tenemos al arquetipo, pero bueno será señalar que esas condiciones juntas sólo se dan en uno de cada veinte peregrinos (es decir, en el 0,5% de ellos).

      El peregrino de hoy en día, antes de partir, llena su mochila de mapas, guías y consejos. Por eso, ¿quién se atrevería a darle alguno más? Sería difícil encontrar algo original... salvo que busquemos en el pasado. He aquí -¿se acuerdan de nuestro amigo napolitano, del joven Nicola Albani?- unas sugerencias ya un tanto rancias, pues cuentan con unos 250 años de vida, pero que, aun así, tal vez, nos ayuden a preparar nuestro espíritu:

- Primero: Se debe viajar en buena compañía, y si no pudiera ser, recordar que meglio solo che mal’accompagnato.
- Segundo: que nadie se ponga en viaje si no goza de buena salud... y si no está acostumbrado a lo malo y a lo bueno, pues en caso contrario morirá por el camino.
- Tercero: el viajero no debe ser meticuloso en su comida, porque si busca delicadeza o limpieza no lo encontrará ciertamente... y no le faltará cualquier enfermedad.
- Cuarto: no hay que hacerse el gracioso ni charlar sobre lo que se tiene o se deja de tener que con denari, quanto meno si parla, meglio se fà.
- Quinto: la persona debe ser hábil, astuta, maliciosa y fina de cervello para que no se deje burlar por nadie durante el viaje, y debe ser político, acomodándose siempre al uso del lugar.
- Sexto y último: El peregrino debe tener atrevimiento para pedir lo que necesite y no ser vergonzoso que, de lo contrario, se morirá de hambre.

 ¿Algo más que decir? Bueno, sí: peregrina a Santiago, pero no te olvides de Galicia, de ese entorno mágico que prepara el alma para el encuentro con el más allá, de esos verdes agrisados por la niebla donde los espíritus vagan todavía libres, de esas piedras contra las que el mar se hace añicos. Ven, conoce Galicia, y si no la encuentras, búscala entre las arenas de las playas, entre los toxos de los montes, entre las ermitas olvidadas por los tiempos; busca, y recuerda la respuesta que Gerardo Diego daba a Ramón Otero Pedrayo:

                             ¿Que dónde está Galicia? En la cautela
                             de la luz mansa que al besar enjoya,
                             en el collar de espuma de la boya
                             y en el tosco remiendo de la vela.

                             En la vaca también color canela
                             y en la vocal que su dulzura apoya
                             y en el molusco mariscado en Noya
                             y en el sueño del tren por Redondela.

                             Búscala en la sonrisa tan arcaica,
                             tan ambigua y angélica y galaica
                             de la muiñeira y ribeirana airosa.

                             La hallarás, piedra lírica, en el pazo,
                             piedra de oro y verdín, piedra leprosa.
                             Y donde haya un regazo, en el regazo.