martes, 6 de marzo de 2012

Enrique Santín: Visión íntima del alma gallega

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Enrique Santín Díaz, Gran Canciller de la Enxebre Orde da Vieira
(Foto: José Cerdeira)

Traemos hoy aquí la tercera parte de la interesante trilogía sobre el alma gallega obra de nuestro insigne maestro D. Enrique Santín Díaz. No dejéis de consultar las dos entregas anteriores, Radiografía del alma gallega y Nuevos perfiles del alma gallega para una adecuada comprensión del tema.

Profundizando en el análisis de las características del alma gallega y sus recovecos, se confirman y descubren aspectos que confirman y, al mismo tiempo, revelan singularidades de nuestra sicología que, sin negar la influencia de factores históricos y socioeconómicos, perviven y se mantienen con identidad propia.

Muchos de los aspectos típicos que concurren en el alma y espíritu gallego, fueron comúnmente reconocidos. En este sentido, merece destacarse el diagnóstico que el poeta gallego Salvador García Bodaño, en su poema dedicado a Galicia, hace de nuestros paisanos. En él afirma lo siguiente: “Galicia do si, o do non o do quén sabe, duda inmensa a falar sempre o que lle mandan sin decir o que pensa

Esa actitud ambigua y dubitativa, se corresponde con el escepticismo propio de nuestro pueblo, celoso de su intimidad y del carácter reservado de sus pensamientos e intenciones.

En relación con los gallegos podríamos decir que su filosofía arranca y se refugia en lo que Descartes llamaba la duda metódica que en este autor se basa en el pensamiento como asidero seguro de todo posterior razonamiento. Es decir, si se duda de todo, es evidente que de lo que no se duda es de la propia duda y eso, traducido al pensar, da lugar a que sea el pensamiento, con independencia de su contenido concreto, la afirmación radical del hombre como ser pensante.

Otra característica que confirma el diagnóstico anterior sobre la ambigüedad que preside el comportamiento de nuestros paisanos, encuentra su formulación más contundente en lo que Carlos Martínez Barbeito expresa en su obra dedicada a Galicia, cuando afirma: “Si algo rotundo puede decirse responsablemente de Galicia, será que es el país sin absoluto. No hay absoluto ni en el paisaje, ni en la luz, ni en las mentes, ni en las formas de la cultura, ni en el habla. En Galicia todo es relativo, cambiante y enormemente matizado. Tres y dos pueden muy bien ser siete o nueve o tres cuartos”. Como corolario de lo anterior, sigue diciendo el mismo autor que “No existe la verdad; hay aproximaciones”. Y que “en Galicia no existe el sí ni existe el no. Existen el puede ser, el quién sabe, el casi, el ¿Usted cree?”. Concluyendo que “las afiladas y cautelosas mentes gallegas propenden abiertamente al relativismo, al posibilismo y al casuismo.”

En relación, precisamente, con el ¿Usted cree? merece recordarse el uso prácticamente habitual que de dicha expresión hacía en sus conversaciones el eminente jurista y político gallego Manuel Iglesias Corral que fue Fiscal General de la República, Diputado, Senador y Presidente de la Real Academia Gallega de Jurisprudencia y Legislación. Era curioso comprobar cómo al manifestarle cualquier obviedad o evidencia, su respuesta era siempre de sorpresa e interrogativa, contestando siempre de la misma manera: ¿Usted cree?.

Precisamente, el ejemplo anterior, nos permite pensar que existen en el alma galaica, algunos reductos sicológicos que se conservan de nuestros ancestros y que no están tan directamente relacionados con condicionamientos históricos o socioeconómicos

Con relación a éstos, Ramón Piñeiro en su obra “Olladas no futuro” analiza la mentalidad gallega distinguiendo los trazos de nuestra personalidad colectiva y los condicionantes de nuestra vida colectiva, citando entre los primeros, el individualismo, la reserva mental, el espíritu servil y la pasión por los pleitos, y, entre los segundos, el minifundismo, el ruralismo y el desamparo.

Con respecto a la pasión por los pleitos, de la que hacen gala nuestros coterráneos, es justo reconocer que gran parte de esa tendencia obedecía al minifundismo que convirtió nuestra tierra en un conjunto de propietarios sin propiedades. Esa característica de nuestro sistema productivo del sector primario y agrícola llevó a Julio Camba a publicar su obra sobre “Propiedad, abogadismo y política”, inspirada, como es lógico, en la excesiva atomización de la propiedad rural gallega.

También debe señalarse que en Galicia está muy arraigado el sentimiento de la justicia. Podríamos decir que el afán justiciero de los gallegos responde a la tesis de Rudolf von Ihering, el eminente romanista germano, que destacó cómo el derecho se consigue y realiza a través del sentimiento activo que de la justicia tiene el hombre. Esa lucha se justifica por sí sola, con independencia del criterio cuantitativo, siempre que el objetivo perseguido consista en alcanzar la justa reivindicación y reconocimiento de los derechos. Es decir, que se lucha más por el fuero que por el huevo. Esa tendencia que hace al gallego especialmente proclive a pleitear, adquiere su máxima expresión en lo que los siquiatras forenses denominan “delirio querulante o pleitista” del que, en nuestra experiencia profesional, tuvimos un claro ejemplo en el que la Audiencia Provincial de Lugo, en un juicio oral por un delito de asesinato y dos de lesiones graves, apreció en la condena del acusado, la atenuante de “delirio querulante o pleitista”.

Todo lo anterior quedaría inconcluso si, al mismo tiempo, no destacásemos la importancia que en la configuración de la mentalidad gallega tienen factores geográficos y, muy especialmente, los relacionados con el paisaje. En relación con este aspecto, Ramón Piñeiro, se apoya en el escritor y paisano nuestro, el lucense Angel Fole, reconociendo que en sus diversos artículos sobre Galicia, brillan siempre dos notas espirituales que responden a una típica asociación de la mentalidad gallega: Una nota irónica, humorística, y una nota sentimental, lírica con las que se corresponden las dos actitudes valorativas que la caracterizan: una actitud irónica para mirar a los hombres y a las cosas humanas y una actitud evocativa, sentimental para mirar al paisaje y a las cosas de la naturaleza. Siguiendo este pensamiento del propio Fole, Ramón Piñeiro termina afirmando que la identificación con el paisaje es uno de los principales caminos en el descubrimiento pleno del alma de Galicia.

Finalmente, podríamos decir que en el análisis y conocimiento de la mentalidad gallega es fácil descubrir su complejidad y el cúmulo de factores de orden exterior y, también, de su propia actitud vital y espiritual, que conforman la plenitud de su personalidad y las características de su conducta y comportamiento, tanto individual como social. Pretender resumir o sintetizar esos rasgos, sería esquematizar una realidad personal y social que lo trasciende. Si los gallegos no somos totalmente así, por lo menos nos aproximamos a su verdadero perfil, pues en este punto hay que coincidir con Carlos Martínez Barbeito en que la verdad no es absolutamente alcanzable y que todos los esfuerzos del hombre por lograrla, son meras aproximaciones. Eso no excluye que la lucha por la verdad y la justicia sean metas irrenunciables del espíritu humano.

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