La fortaleza de Clavijo |
8.3.- Caballero, que no
pescador. Tras la batalla de Clavijo, la
tradicional imagen del Apóstol fue cambiando paulatinamente hasta adoptar el
típico y conocido aspecto de caballero Matamoros. Pero hubo un tiempo en
que esa imagen aún no estaba
consolidada, y fue entonces cuando el conocido milagro de la conquista de Coimbra
vino a afianzar al Apóstol como valedor de caballeros...
Estaba un día el obispo griego Esteban
orando, cuando oyó que un grupo de aldeanos hacían lo mismo y se dirigían al
Apóstol en estos términos: Santiago, buen
caballero, líbranos de los males presentes y futuros. El obispo se sintió
molesto de que trataran al Apóstol como lo que, en su opinión, no era y se
dirigió a ellos diciéndoles: Aldeanos
tontos, gente necia, a Santiago debéis llamarle pescador y no caballero.
Pero esa mima noche se le apareció el
Apóstol vestido con blancas ropas y armado como caballero y le dijo: Esteban, tú mandaste que no me llamaran
caballero sino pescador, por eso me presento de esta forma, para que no dudes
más de que milito al servicio de Dios y de que precedo a los cristianos en su
lucha contra los sarracenos y salgo vencedor de ellos. Luego tomó unas
llaves que tenía en la mano y continuó: para
que creas firmemente, mañana mismo, con estas llaves que tengo en la mano,
abriré las puertas de la ciudad de Coimbra que lleva siete años de infructuoso
asedio por el rey Fernando. Y dicho eso, se desvaneció a sus ojos.
Por supuesto, la caída de Coimbra no tardó
en confirmarse y el obispo Esteban recomendó a todos que, en la milicia,
invocaran al Apóstol pues siempre daba la victoria a los cristianos que así lo hacían.
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