martes, 19 de noviembre de 2013

La leyenda de la fundación de Noia


Foto: Manuel Lestón

La mayor parte de las leyendas fundacionales de los pueblos de Galicia entroncan a éstos con personajes de la mitología clásica o, en los más recientes, con los de la mitología celta. Quizá la fundación de Noia por una hija de Túbal (a su vez hijo de Jafet y, por tanto, nieto de Noé) sea una de las pocas excepciones. La leyenda, que es recogida con matices diversos durante la edad media, nos habla, en unos casos, de la llegada a Iberia de la propia barca salvadora (el Arca) que se aposentaría en lo alto del monte Barbanza o, en otros, de la llegada directa de los descendientes del patriarca bíblico. En todo caso, la tal Noelia, o Noela, casada con Galo Gafeto, rey de extensos territorios, formaría la primera familia gallega conocida, asentada en lo que hoy conocemos por Noia, ese diamante pulido que, en palabras del poeta, brilla en las ondas del mar:

Ya se paran las lluvias, ya sale el cuervo,
Por ver si tras las aguas hay algo nuevo,
Un sitio habitable, un pequeño huerto…
Mas la tierra no existe y el cuervo ha vuelto.

Y Noé reflexiona, pensando un momento:
Tal vez la paloma, se dice en silencio,
Busque y encuentre dónde establecernos.

Y todos respiran viendo que del Cielo
Se envía el mensaje que les prometieron:
Vuelve la paloma que en rápido vuelo,
Acerca en el pico el ramito eterno.

Y se posa el Arca segura en el suelo
Del alto Barbanza, al fin de la tierra,
Y sobre el abismo de aquellas laderas
Se asoma un Noé, ahora boquiabierto:

¡Qué tierras tan bellas cubiertas de verde,
Regadas por ríos profundos, serenos,
Con mares de olivos, con ricos vergeles,
Que el Dios bondadoso sobre el blando cieno
Dibujó con manos cual suaves pinceles.

Y elevando su vista, alabando al Supremo
Se dirigió a su prole hablando sereno:
Y vosotros mis hijos, y vosotros mis nietos,
Sabed que es el sitio donde viviremos…

Cuenta la leyenda, y yo no lo niego,
Que así es como el Arca se posó en el suelo
Del alto Barbanza, en el Finisterre,
Donde mueren los soles y resucitan luego.

Mas, pasado ya el tiempo y buscado acomodo,
Noé se propuso mejorarlo todo,
Y sembró las plantas que dan alimento
Y unas vides por ver… a qué sabe eso.

De las viñas las uvas, y luego el buen vino,
Del vino la ciencia… ¿quién dijo eso?
Maldita las ansias de ser cómo el Cielo,
Borracho y desnudo, aquí yazgo en el cieno.

Sus hijos se ríen, aunque el más pequeño
Lo cubre con mimo y lo tapa en silencio,
¡que duerma –se dice- y luego al regreso
Recuerde que nunca fue bueno el exceso!

Los hijos del Arca, según se nos cuenta,
Poblaron el mundo como las estrellas.

Mas, quizá por el vino, o quizá por el Cielo,
Castigo sin duda, parece bien cierto,
Viajeros del Arca, viajeros del tiempo,
También emigraron aquellos gallegos.

Y Sólo Noelia, la hija más bella
De Túbal el joven, de Jafet la nieta,
quedó en estas tierras, ¡que tierras tan bellas!
Para dar su nombre a Noia la bella.

Pues su padre marchóse a tierra portuguesa
Donde dicen que un día comenzó la empresa
De fundar allí, que aún se conserva,
La llamada Setúbal, de Túbal recuerdo,

…Y tal vez, quién lo sabe, fue rey de Tartessos.


Dícese que en el viejo cementerio de Noia, un lugar mágico donde los haya, se conservaba una no menos vieja lápida que decía: "En nombre de Dios. Amén. NOELA dedica a su hermano y marido Galo Gafeto, Rey desde Finisterra a los Altos Alfes, y de mar a mar, ésta memoria a la honra de su segundo abuelo Noé y a éste pueblo que para su descanso formaron en el fín del rio Támbar, frente a la isla de Cueva Marina. Su señal sería un Arca con la que Dios defendió a su generación. Su nombre y el de su hija Nebión y el del reino y el de su Rey y marido que descansa en paz. Año 1999 del mundo."

J. Cerdeira 2007



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