Cosme (Cósimo) II de Medici (1590 a 1621) |
6.8.- El siglo XVII.- El cuerpo del Apóstol seguía desaparecido y las peregrinaciones continúan en decadencia, especialmente las hechas por pietatis causa y no tanto las que tenían motivos distintos. Las disposiciones reales empiezan a reflejar esa decadencia al poner trabas a la libertad individual para emprender los viajes de peregrinación. Así, una orden del rey de Francia de 7 de Enero de 1686 prohibía las peregrinaciones a Santiago sin autorización real, porque muchos, para peregrinar han dejado a sus parientes contra su voluntad, han abandonado a su mujer y a sus hijos sin dejarles ayuda, han robado a sus maestros y abandonado el aprendiza-je para pasar su vida en un continuo libertinaje o, como algunos, para establecerse en un país extranjero casándose allí.
Ya hemos dicho que en este siglo se produjo una disminución del número de viajeros devotos, pero sin embargo la mejora de las condiciones materiales posibilitaron el viaje de personas curiosas y poderosas deseosas de conocer nuevos países y vivir nuevas experiencias. Uno de estos viajeros fue Cosme de Médicis que llega a Santiago en 1669 tras un recorrido por España y Portugal, y escribe un libro, excelentemente iluminado por uno de sus ayudantes, en el que relata el largo viaje.
Cosme describe Santiago como una ciudad pequeña y tosca, con humildes casas de madera y sólo tres o cuatro buenos edificios. Destaca sus fuentes, la Catedral, el Hospital Real y poco más, y cuando tiene que hablar de los restos del Apóstol, escribe: dicen que aquí se conservan..., lo que demuestra que tampoco él estaba muy convencido.