martes, 14 de junio de 2016

Diez personajes del Camino: San Juan de Ortega


San Juan de Ortega en Burgos

      9.6.- San Juan de Ortega. Juan, que entonces no existían los apellidos, vio la luz en el pueblo de Quintanaortuño, al norte de la provincia de Burgos. Pertenecía a una familia noble y, en cuanto heredó, juntó a los pobres del lugar y repartió la herencia con ellos, incluyéndose a sí mismo como uno más. En cuanto alcanzó la edad adecuada, decidió viajar a Tierra Santa, a conocer los lugares que Jesucristo había hollado y sobre los que había dejado su sudor, sus lágrimas y su sangre. De regreso a su patria decidió levantar una ermita a San Nicolás, santo que al parecer le había ayudado ante el peligro de un naufragio, pero ahí empezaron sus problemas...

      Juan se había hecho discípulo de Domingo, el futuro santo de la Calzada, y como a él empezaron a ocurrirle desgracias que ambos resolvían con su poderosa fe y devoción. El caso era que la ermita no prosperaba pues todo lo que Juan construía por el día se encargaban de destruirlo unos malhechores por la noche. Los bandidos, temerosos de que la llegada de visitantes a aquel lugar les obligara a abandonarlo, insistieron noche tras noche... hasta que la paciencia y perseverancia de Juan les venció. Unos abandonaron el lugar y otros incluso se quedaron a ayudar al futuro santo a levantar su prometida capilla.


      A partir de ese momento, la vida de Juan de Quintanaortuño es una copia de la de Domingo de la Calzada; lo que Domingo hacía por el camino riojano lo hacía Juan en el burgalés. Tendió puentes, trazó sendas por los temibles montes de Oca, limpió una zona de difícil paso llamada Ortiga u Ortega, de donde su posterior apodo, y construyó hospitales y hospederías. Y todo entre milagros y santidad. Santo Domingo de la Calzada y San Juan de Ortega, el ingeniero y el arquitecto, o al revés, el maestro y el alumno, fueron los mejores y más conocidos cuidadores del Camino. Por cierto, si Santo Domingo de la Calzada es el patrono de los Ingenieros de Caminos, San Juan de Ortega lo es de los aparejadores... ¡no podía ser de otra forma!