lunes, 20 de abril de 2009

Los gallegos en Irlanda: una crónica mitológica

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La Calzada de los Gigantes
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Para cuando el sol alcance su punto más alto, allá por el solsticio de verano, nosotros, los herederos de los ancestrales celtas, estamos convocados a un gran encuentro en las tierras de Erin. Allí tendremos ocasión de recordar a nuestros dioses mitológicos y a nuestros héroes comunes, y allí, rodeados por el verde de sus tierras y los grises de sus brumas, hablaremos, cómo no, de Breoghan.
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Comenzamos aquí una serie de pequeños artículos relacionados con la visita que la Enxebre Orde da Vieira realizará a Irlanda a finales del mes de junio, visita que culminará con la celebración de un capítulo extraordinario en la muy gallega ciudad de Galway el sábado día 27 de ese mismo mes. El capítulo, como no podía ser de otra manera, estará dedicado al mundo celta y es, hasta cierto punto, una continuación de nuestra participación el año pasado en el muy verde desfile del día de San Patricio en la quinta avenida neoyorquina.
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Por supuesto, allí, con los gallegos, estarán nuestros amigos de Cornualles, de Gales, de Bretaña, de la Isla de Man, de Escocia, de Irlanda, y allí os esperamos a todos, porque celtas somos todos, y porque todos estamos invitados (pero, eso sí, previa reserva) a esta gran fiesta de amistad y hermandad. Mientras tanto, para ir entrando en ambiente, trataremos de recordar las relaciones tanto míticas como históricas que ligan a los pueblos celtas. Esperamos vuestras aportaciones.
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Breogán hijo de Brath

Nos dicen las viejas leyendas irlandesas que Breoghan, nuestro Breogán, era hijo de Brath. Ambos habían llegado a los confines de Iberia procedentes de Egipto. Venían acompañados de los restos de su clan de gaels y, para asentarse en la que sería su nueva patria, tuvieron que enfrenarse a las tribus locales. Dado que Brath murió en uno de los primeros combates, fue su hijo Breoghan el encargado de vencerlas y pacificarlas.

Dicen esos viejos mitos que Breoghan libró numerosas batallas venciendo en todas ellas, por lo que llegó a ser rey de unos territorios muy extensos (fue rey de Galicia, Castilla, Portugal y parte de Andalucía). Finalmente, se retiró a la ciudad de Brigantia donde construyó una torre legendaria.

No sabemos muy bien cual era la finalidad de esa torre, puede que servir de faro a sus pequeñas y frágiles naves (los míticos curach o curragh, construidos con pieles), o puede que su finalidad fuera la de vigilar la amenazante mar por la que llegaban los más difíciles de los enemigos. En todo caso, esta torre de Breoghan, hoy llamada de Hércules, aunque restaurada cien veces, aún se yergue airosa desafiando a los vientos del Atlántico desde la actual ciudad de la Coruña.
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El largo periplo de los gaels

Pero, ¿de dónde provenían estos gaels o goidels? Las viejas tradiciones irlandesas parecen coincidir en señalar como patria ancestral de los gaels las llanuras de Escitia, más allá del mar Negro y del mar Caspio, quizá en la alta meseta irania. Pero esas tradiciones fueron reelaboradas por los copistas cristianos del medioevo que las enriquecieron con algunos elementos bíblicos. Por ello, vemos a nuestros héroes descender del mismísimo Noé, a través de su hijo Jafeth y del bisnieto de éste Fenius Farsaid, uno de los setenta y dos próceres que participaron en la construcción de la Torre de Babel. Nel (o Niul), un hijo de Fenius, viajó hasta Egipto, donde fue bien recibido por el Faraón Cingris, quien le dio a su hija Scota como esposa. Allí fueron padres de un niño, al que llamaron Goidel Glas, por el que sus descendientes llevan el nombre de celtas goidélicos o, simplemente, gaels.

Tras unos años de feliz convivencia con los nativos, los gaels decidieron abandonar Egipto comandados por Sru, uno de los hijos de Goidel Glas, y navegaron Nilo abajo para comenzar un amplio y duro periplo por todo el Mediterráneo. Tras la muerte de Sru, su hijo Eber Scot, nuevo chieftain del clan, trata de tomar tierra en distintas localidades, pero fue rechazado una vez tras otra. Libra feroces batallas con diversos pueblos, entre los que destacan los longobardos, pero sin éxito. Al Final, cansados y hambrientos, deciden encarar las columnas de Hércules y dirigirse al tenebroso mar Océano. Para entonces tenían ya un nuevo chieftain llamado Brath que, con sólo cuatro pequeñas formaciones de naves, consigue desembarcarlos en las costas occidentales de Iberia.

Brath muere en la batalla por la posesión de estas tierras dejando a su hijo Breoghan, descrito como gentil y valiente, la misión de conquistarlas y pacificarlas.
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El avistamiento

Como ya hemos dicho, fueron estos celtas goidélicos, descendientes de Goidel Glas, los que fundaron la ciudad de Brigantia, en el extremo noroccidental de Iberia, y construyeron la gran torre que aún hoy perdura. Breoghan (nuestro Breogán) tuvo diez hijos, el mayor de los cuales se llamó Ith, experto y muy preparado en todo tipo de conocimientos (probablemente sería un druida).

Un buen día, como otros muchos días, Ith subió a la torre que su padre había mandado construir. Pero esta vez había habido tormenta, y cuando ésta se fue, el aire quedó tan limpio que la visión desde la torre era increíble. Azul y más azul; suaves olas que apenas se atrevían a romper sobre la orilla; de vez en cuando una pequeña cresta blanca, esporádica, balanceándose mansamente sobre el fondo azul. Y más allá, mucho más allá, una línea fina donde el azul del mar era sustituido por el azul del cielo. Ith lo observaba todo con deleite, con fruición; hasta que, fugazmente, creyó ver algo extraño, como una lejana mancha verde medio confundida con el horizonte. ¿Sería aquello una nueva tierra desconocida? ¿Sería una isla? ¿Sería fértil? ¿Estaría poblada por seres humanos o por espíritus infernales del más allá? ¿Sería aquella la tierra del no retorno?

Ith no pudo dormir esa noche. A la mañana siguiente se lo comunicó a su padre, y subieron a la torre, pero por más que miraron ya no pudieron ver nada. Y Breoghan trató de convencer a su hijo de que había sido sólo un sueño. Mas Ith no quedó convencido y comenzó a pensar, a imaginarse la posibilidad de armar una pequeña flota y navegar hasta aquel lugar remoto, y conocer qué o quiénes vivían en ese más allá.

Ith trató una y otra vez de convencer a su padre, pero Broghan se mostraba reacio y le hablaba de las dificultades de llegar hasta allá, de los mil peligros, de la posible ferocidad de sus habitantes, de la imposibilidad del retorno. Pero Ith no se amilanaba, y siguió presionando hasta que pudo preparar una pequeña flotilla de naves con las que desafiar al destino. Un último consejo le dio su padre antes de partir: hijo mío, si llegas a salvo a la otra orilla y si por un casual la isla está habitada, ten cuidado con sus habitantes, y nunca desmontes del caballo… Luego le dio su bendición, e Ith partió hacia el norte con sus hombres.
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El mítico viaje de Ith

Tras una larga y dura travesía, Ith llegó a las tierras del más allá. Eran aquellas unas tierras verdes, con suaves colinas y amplios valles, húmedas y fértiles, nada distintas de su tierra natal. Y conoció a sus habitantes, que le recibieron cortésmente. Se llamaban a sí mismos los Tuatha Dé Danann, es decir, los descendientes de la diosa Danu.

Ith fue conducido a la fortaleza de Ailech, en el actual condado de Donegal, donde residían los tres reyes de aquella tierra. Se llamaban Mac Cuill, Mac Cecht y Mac Greine, y debían su poder a sus mujeres que eran hermanas y sacerdotisas de Danu. Los tres eran reyes, pero no gobernaban conjuntamente sino sucesivamente.

Cuando Ith llegó a Ailech, los tres reyes discutían sobre la apropiación de las tierras de un cuarto rey muerto. No había acuerdo entre ellos, sus posiciones eran inamovibles y todo parecía conducir a un enfrentamiento armado. La llegada de Ith fue providencial, pues los tres aceptaron someter el caso al juicio del recién llegado.

- Gobernáis, -dijo Ith- una tierra privilegiada. Aprended a ser generosos y a disfrutar de los placeres que os proporciona la vida. Guardad, pues, vuestras espadas, reservadas para los enemigos, y que ese no sea un recurso para solucionar problemas entre hermanos.

Las palabras de Ith les parecieron sensatas… en un primer momento. Mas luego llegaron a la conclusión de que lo que quería aquel extranjero era quedarse con su reino. Para entonces, Ith, confiado, ya había desmontado del caballo, lo que fue un terrible error. Los tres reyes aprovecharon ese momento para atacarlo, e Ith quedó mortalmente herido, siendo retirado por sus hombres y llevado hasta las naves.

El cadáver de Ith fue traído de vuelta a Brigantia, donde su cabeza fue enterrada bajo la monumental torre mandada construir por su padre.
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Preparando la venganza

Entre los hijos de Breoghan destacaba el valiente Bile que, a su vez, tenía un hijo llamado Golam, nieto, por tanto, de Breoghan y sobrino de Ith. Ésta es su historia:

En su juventud, Golam, que había sido educado en todo tipo de sabidurías (es decir, era druida) decidió visitar las tierras de sus ancestros en la lejana Escitia. Cruzó Gatiam (Cádiz?) y navegó por todo el Mediterráneo en un periplo que se confunde con el de sus antepasados. Finalmente llegó a Escitia, más allá del mar Caspio, donde fue cordialmente recibido por su rey Reffoir, quien le ofreció a su hija Neg como esposa. Golam y Neg tuvieron dos hijos a los que dieron los nombres de Eber Donn y Erech Febria.

Según pasaron los años, las relaciones de Golam con su suegro fueron empeorando hasta el punto de que un buen día decidió abandonar Escitia y partir hacia Egipto. También aquí fue bien recibido. El faraón Nectanebus le acogió como hijo y no tardó en ofrecerle la mano de su hija Scota, nombre coincidente con el de la hija del faraón Cingris. Golam tuvo ocho hijos con su nueva esposa, de los cuales recordaremos los nombres de Eremon, Amairgin y Eber Finn o Eber el Rubio (Su medio hermano Eber Donn era Eber el Moreno).

Tras ocho años de estancia en Egipto, Golam regresó con su esposa e hijos a Iberia, donde se encontró una Brigantia desierta, pues Breoghan, al igual que Bile, su padre, habían muerto, y las tribus sometidas se habían levantado contra los goidels. Golam reunió a los pocos supervivientes que quedaban escondidos en los bosques y en las montañas y se enfrentó a los sublevados, consiguiendo vencerlos en sucesivas batallas y retomar de nuevo el poder. Dice la leyenda que Golam, igual que antes su abuelo Breoghan, nunca fue derrotado en batalla, y por eso pasó a ser conocido como Mil Espaine (donde Mil significaría guerrero triunfante y Espaine haría referencia a su origen).

Es ahora cuando parte de los expedicionarios que habían acompañado a Ith a Irlanda regresan con el cadáver del héroe. Tras el entierro de la cabeza de Ith bajo la torre de Brigantia, Mil estalla en cólera y habla con sus hijos de venganza. Se comienzan la construcción de una gran flota capaz de ir allende el mar violento, y de llevar a los guerreros para que venguen la muerte de Ith. Pero la suerte es esquiva, y Mil Espaine muere en una de las numerosas batallas contra los clanes limítrofes dejando a sus hijos solos, con la difícil misión de vengar al héroe muerto.

Terminada la construcción de las naves, comienzan los preparativos de embarque. Se suben las armas, las provisiones, los guerreros y sus familias, y parten para la tierra de los malvados Tuatha Dé Danann. Al frente de la gran expedición milesia marcha Scota con sus hijos Eber Donn, Eremon y el pequeño druida Amergin.

Navegan sin pausa, a remo, a vela, otra vez a remo. Sus pequeños curragh parecen hundirse a cada momento entre las olas para aparecer de nuevo victoriosos sobre el abismo. La mar ruge y la costa tarda en aparecer. Y luego, lo peor: poner pie en aquellas tierras de gentes misteriosas, misteriosas y mágicas.
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Los Tuatha Dé Danann

Pero ¿quiénes eran aquellos seguidores de la diosa Danu? Según las distintas tradiciones, eran descendientes de Temed, el líder de una de las cuatro razas que habían poblado Irlanda antes que ellos, y parece que provenían del norte, aunque también se dice que bajaron directamente del cielo para tomar posesión de la isla. En todo caso, sabemos que eran profundos conocedores de las cosas del más allá y hábiles en el dominio de la magia.

Cuentan las leyendas más antiguas que llegaron a Irlanda a principios del verano (coincidiendo con el festival de Beltaine), cabalgando sobre las nubes y conducidos por su mítico rey Nuada. Otras leyendas, sin embargo, nos hablan de naves incendiadas para imposibilitar la retirada, y de guerreros que salían de entre el humo como fantasmas saliendo de las nubes. Eran guerreros feroces y, para hacerse con el control de las nuevas tierras, tuvieron que luchar en Magh Tuiredh contra los torpes Fir Bolg (los pictos) primero y, más tarde, contra los fomorianos. En esta segunda batalla, Nuada fue muerto por el ojo venenoso de Balor, rey de los Fomoré. A su vez, Lugh, que luego sería dios, mató a Balor de una pedrada y se convirtió en nuevo rey de los Tuatha Dé. A pesar de las victorias, los danaos nunca destacaron por su habilidad en el uso de las armas y sus triunfos han de ser atribuidos a unos conocimientos mágicos capaces de proporcionarles la victoria.

Los Tuatha Dé Danann fueron muy famosos por sus cuatro tesoros mágicos: la terrible lanza de Lugh, el fabuloso caldero de Dagda que no importaba cuantos comieran de él pues a todos dejaba satisfechos, la invencible espada de Nuada y la piedra del destino, que podía distinguir a los impostores de los auténticos herederos al trono.
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Los milesios en Irlanda

Habíamos dejado a nuestros milesios desembarcando en las agrestes costas occidentales de la isla. Desde allí se dirigieron hacia la fortaleza de Tara (lugar mágico por excelencia de los Tuatha Dé Danann) donde se encontraba la sede suprema de las tierras de Irlanda.

De camino hacia Tara, en donde les esperaban los reyes danaos, se encuentran sucesivamente a tres bellas mujeres llamadas Banbha, Fodha y Eriu (probablemente las tres diosas consortes de los tres co-reyes de la isla). Cada una, por separado, les hace la petición de que, cuando se apoderen del reino, su nombre se convierta en el nombre oficial de la isla; y a las tres les dan su palabra de que así se hará. Y la última de ellas, Eriu, añadió:

- Guerreros, bienvenidos a esta tierra. Tiempo ha que vuestra venida era profetizada por nuestros adivinos. Vuestra será esta isla para siempre, no hay otra mejor en el mundo y no habrá raza más perfecta que la vuestra.
Amergin, el poeta, le agradeció sus palabras, mas su hermano Donn añadió:

- No es por ella que vamos a ser dueños de esta tierra sino por nuestros dioses y nuestras fuerzas. Y ella le replicó: tú no tendrás hijos ni tomarás posesión de esta isla; y ahora, hijos de Mil, dejad que esta tierra lleve mi nombre.
Amergin, el bardo, se dirigió a ella y le manisfestó que ese sería por siempre el nombre de Irlanda: Eriu, Erin o Erinland; y aunque poéticamente también se usan los nombres de Banbha y Fodla para referirse a Irlanda, ciertamente el nombre de Eriu prevaleció.

Como esperaban, los milesios se encontraron a los tres reyes danaos en el fortaleza de Tara. Lógicamente, habían sido informados de la llegada de los extranjeros aunque trataron de ser corteses y de mostrar una cierta sorpresa. No obstante, Eber Donn, el mayor de los hijos de Mil, se dirigió a ellos sin rodeos y les conminó a que le entregaran el reino de inmediato:

- Tenéis nueve días para marcharos, para rendiros o para prepararos para la lucha -les dijo.

Los tres reyes dialogan entre ellos por un momento y dan su respuesta:

- Lucharemos –dicen- pero no es de caballeros atacarnos sin dejarnos un tiempo para preparar la batalla.
Entonces Amergin, jefe espiritual del grupo milesio, tomó la palabra y dio su veredicto:

- Dejemos que la Isla sea suya… hasta que volvamos y la tomemos por la fuerza.
Todos se quedaron sorprendidos, y Eber Donn le preguntó que a dónde irían, y Amergin respondió:

- Nos subiremos a nuestros barcos, nos alejaremos a la distancia de nueve olas, y volveremos.
Los Tuatha Dè Danann eran famosos por su magia, así que, en cuanto los milesios se alejaron de la costa, sus druidas levantaron una terrible tempestad de niebla y viento que amenazó con dispersar y hacer zozobrar las naves milesias. Fue entonces cuando Amergin, después de revestirse de todos sus aditamentos mágicos, pronunció su famosa invocación a los espíritus de las tierras de Eriu:


Yo invoco a la noble Irlanda,
al este de la gran playa del fértil mar...


De inmediato cesó el viento, se disipó la niebla y los marineros recuperaron el dominio de sus naves. Todos, salvo Eber Donn, que molesto por la nueva traición de los danaos, juró que pasaría a espada a todos los habitantes de aquella isla. Al instante, cumpliéndose la profecía de Eriu, se formó un tremendo remolino, y las aguas se tragaron al barco de Donn como se hubieran tragado al más ínfimo de los gusanos.

Los milesios derrotaron a los Tuatha Dé Danan en las batallas de Sliabh Mis y de Tailtiu. Muchos de los antiguos habitantes de la isla murieron. Otros, los escasos supervivientes, convertidos en pequeños duendecillos, pasaron a vivir en el mundo subterráneo donde todavía permanecen, asomándose de vez en cuando al mundo exterior por las bocas de las cuevas que les mantiene comunicados.

Por su parte, Eremon y su hermano mayor Eber, hijos de Mil Espaine, reinaron juntos sobre las tierras conquistadas, siendo, por tanto, los primeros reyes milesios (gallegos) de Irlanda. Eremon y Eber acabarían peleándose y dividiendo el territorio entre ellos, aunque Eber murió pronto y su hermano se quedó como rey único durante catorce años.

Durante el reinado de Eremon, todavía llegó la isla un nuevo grupo de “gentes del sur” a los que los irlandeses llamaron Cruitnii. Se dice que estos Cruitnii reclamaron de Eremon tierras donde asentarse y mujeres con las que casarse, pues había venido solos. El rey no accedió a darles tierras, pero sí accedió a que pudiera tomar por esposas a las viudas de los Tuatha Dé Danann. Luego los envió hacia el este, hacia una tierra a la que ellos llamaron Alba (actual Escocia) con la condición de que deberían ser leales a los reyes irlandeses. Allí los encontró la historia con el nombre de pictos, quizá un apodo dado por los romanos a causa de su costumbre de pintarse todo el cuerpo antes de las batallas.

Y así fue como aquellos gallegos antiguos se asentaron en Irlanda, e incluso en Escocia, permaneciendo allí desde entonces como clase dominante.

P. S.: Esta historia está basada en su mayor parte en la versión inglesa del Leabhar Ghabhála Érenn,
el “Libro de las invasiones de Irlanda”  y especialmente en sus partes 2ª, 7ª y 8ª.
Copyright: José Cerdeira 2009
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domingo, 12 de abril de 2009

Cantiga VLII

Quen fala de mín, quen fala,
quen fala de mín quen é,
será algún zapato vello
que non me sirve no pé.

sábado, 11 de abril de 2009

XIV Semana Gastronómica y Cultural del Marisco y VIII Encuentro de Gaitas y Percusión Tradicional organizado por Xuntanza de Galegos en Alcobendas

Del 24 de abril al 3 de mayo 2009 en el Recinto Ferial de Alcobendas: Todo a punto para la XIV Semana Gastronómica y Cultural del Marisco y el VIII Encuentro de Gaitas y Percusión Tradicional de Xuntanza de Galegos en Alcobendas.
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Ovidio Cadenas, presidente de Xuntanza con Alfonso S. Palomares, director de la Casa de Galicia en Madrid, que pronunció el pregón de la última Semana
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Alcobendas.- La dinámica Xuntanza de Galegos en Alcobendas, que preside Ovidio Cadenas Queipo, ya ha ultimado los preparativos para la celebración de su tradicional Semana Gastronómica y Cultural, que este año alcanza la decimocuarta edición.
El próximo 24 de abril tendrá lugar la apertura de la Semana que se desarrollará hasta el 3 de mayo, inclusive, en el Recinto Ferial de Alcobendas.
Xuntanza ha dado este año un paso más hacia delante, en su continuo afán innovador, para que los visitantes a la Semana disfruten con no pocas novedades.
En este sentido, nos han adelantado que la muestra gastronómica, que seguirá teniendo al marisco como protagonista, contará con una amplia representación de la gastronomía gallega. En el aspecto cultural también se han realizado importantes innovaciones.

Más de un centenar de gaiteros gallegos participaron en el VII Encuentro de Gaitas Tradicionales

-En cuanto al Encontro de Gaitas e Percusión Tradicional, que el año pasado contó con más de un centenar de gaiteros de toda España, se espera superar esta cifra. Las actuaciones de las bandas serán los días 2 y 3 de mayo.
El Grupo Folclórico de Xuntanza realizará numerosas intervenciones durante la Semana, que en realidad dura diez días.
El día 24, un gallego ilustre pronunciará el pregón de la Semana, acto en el también se presentará la última edición de la revista Xuntanza.

Enviado por Pepe Machado de http://www.revistazonanorte.com/

domingo, 5 de abril de 2009

Cantiga VLI

Andivécheste gabando
que eras boa comenencia,
saco de tundir nos foles
furadiño e sin concencia.