jueves, 28 de noviembre de 2013

¿Colón gallego?: un documental que plantea la duda





Ésta es la tesis que plantea el realizador de televisión Ángel Peláez en un documental sobre la figura del descubridor de América y su relación con Galicia.



El realizador Ángel Peláez ha presentado en Madrid la versión en castellano del documental ¿Colón Gallego?, emitido recientemente por la Televisión de Galicia (TVG).

¿Colón Gallego? muestra indudables relaciones de Cristóbal Colón con Galicia como son la construcción de la nao Santa María en un astillero de la ría de Pontevedra, la arribada de la carabela La Pinta al puerto de Baiona desde donde se comunicó al mundo entero la noticia del Descubrimiento de América y la tesis, expuesta a principios del siglo pasado por el historiador Celso García de la Riega, que trata de mostrar la cuna gallega del almirante Cristóbal Colón.

El documental se centra en la figura del descubridor de América y su relación con Galicia y deja abierta la incógnita sobre el supuesto origen pontevedrés del almirante. Se trata de un trabajo televisivo rodado en diferentes enclaves de la ciudad y la provincia.

Según el propio Ángel Peláez un dictamen del Instituto de Patrimonio Cultural de España daba como auténticos los documentos que en su momento utilizó el historiador Celso García de la Riega para defender la teoría de que Galicia pudiera ser la patria de Cristóbal Colón, ha puesto otra vez de actualidad su tesis y fue el desencadenante de la producción de este filme.

Este documental, que ya fue emitido en la televisión de Galicia TVG y que ahora se ha presentado en Madrid, cuenta con la participación de reconocidos estudiosos e historiadores como Ramón Villares, Colón de Carbajal o Santiago Bolívar.

Diario ABC

martes, 19 de noviembre de 2013

La leyenda de la fundación de Noia


Foto: Manuel Lestón

La mayor parte de las leyendas fundacionales de los pueblos de Galicia entroncan a éstos con personajes de la mitología clásica o, en los más recientes, con los de la mitología celta. Quizá la fundación de Noia por una hija de Túbal (a su vez hijo de Jafet y, por tanto, nieto de Noé) sea una de las pocas excepciones. La leyenda, que es recogida con matices diversos durante la edad media, nos habla, en unos casos, de la llegada a Iberia de la propia barca salvadora (el Arca) que se aposentaría en lo alto del monte Barbanza o, en otros, de la llegada directa de los descendientes del patriarca bíblico. En todo caso, la tal Noelia, o Noela, casada con Galo Gafeto, rey de extensos territorios, formaría la primera familia gallega conocida, asentada en lo que hoy conocemos por Noia, ese diamante pulido que, en palabras del poeta, brilla en las ondas del mar:

Ya se paran las lluvias, ya sale el cuervo,
Por ver si tras las aguas hay algo nuevo,
Un sitio habitable, un pequeño huerto…
Mas la tierra no existe y el cuervo ha vuelto.

Y Noé reflexiona, pensando un momento:
Tal vez la paloma, se dice en silencio,
Busque y encuentre dónde establecernos.

Y todos respiran viendo que del Cielo
Se envía el mensaje que les prometieron:
Vuelve la paloma que en rápido vuelo,
Acerca en el pico el ramito eterno.

Y se posa el Arca segura en el suelo
Del alto Barbanza, al fin de la tierra,
Y sobre el abismo de aquellas laderas
Se asoma un Noé, ahora boquiabierto:

¡Qué tierras tan bellas cubiertas de verde,
Regadas por ríos profundos, serenos,
Con mares de olivos, con ricos vergeles,
Que el Dios bondadoso sobre el blando cieno
Dibujó con manos cual suaves pinceles.

Y elevando su vista, alabando al Supremo
Se dirigió a su prole hablando sereno:
Y vosotros mis hijos, y vosotros mis nietos,
Sabed que es el sitio donde viviremos…

Cuenta la leyenda, y yo no lo niego,
Que así es como el Arca se posó en el suelo
Del alto Barbanza, en el Finisterre,
Donde mueren los soles y resucitan luego.

Mas, pasado ya el tiempo y buscado acomodo,
Noé se propuso mejorarlo todo,
Y sembró las plantas que dan alimento
Y unas vides por ver… a qué sabe eso.

De las viñas las uvas, y luego el buen vino,
Del vino la ciencia… ¿quién dijo eso?
Maldita las ansias de ser cómo el Cielo,
Borracho y desnudo, aquí yazgo en el cieno.

Sus hijos se ríen, aunque el más pequeño
Lo cubre con mimo y lo tapa en silencio,
¡que duerma –se dice- y luego al regreso
Recuerde que nunca fue bueno el exceso!

Los hijos del Arca, según se nos cuenta,
Poblaron el mundo como las estrellas.

Mas, quizá por el vino, o quizá por el Cielo,
Castigo sin duda, parece bien cierto,
Viajeros del Arca, viajeros del tiempo,
También emigraron aquellos gallegos.

Y Sólo Noelia, la hija más bella
De Túbal el joven, de Jafet la nieta,
quedó en estas tierras, ¡que tierras tan bellas!
Para dar su nombre a Noia la bella.

Pues su padre marchóse a tierra portuguesa
Donde dicen que un día comenzó la empresa
De fundar allí, que aún se conserva,
La llamada Setúbal, de Túbal recuerdo,

…Y tal vez, quién lo sabe, fue rey de Tartessos.


Dícese que en el viejo cementerio de Noia, un lugar mágico donde los haya, se conservaba una no menos vieja lápida que decía: "En nombre de Dios. Amén. NOELA dedica a su hermano y marido Galo Gafeto, Rey desde Finisterra a los Altos Alfes, y de mar a mar, ésta memoria a la honra de su segundo abuelo Noé y a éste pueblo que para su descanso formaron en el fín del rio Támbar, frente a la isla de Cueva Marina. Su señal sería un Arca con la que Dios defendió a su generación. Su nombre y el de su hija Nebión y el del reino y el de su Rey y marido que descansa en paz. Año 1999 del mundo."

J. Cerdeira 2007



domingo, 17 de noviembre de 2013

José Ramón Ónega, Presidente de Honor del Centro Gallego de Madrid


José Ramón Ónega y el Presidente del Centro Gallego rodeados de numerosos amigos.
Foto: Baffypress.

Al acto asistieron, entre otros muchos, la ministra Ana Pastor y el presidente del Consejo de Estado José Manuel Romay Beccaría.


Madrid, 15 de noviembre de 2013. – El delegado de la Xunta de Galicia en Madrid, José Ramón Ónega, fue nombrado anoche Presidente de Honor del centenario Centro Gallego de Madrid, distinción que recibió de manos del presidente del Centro, Fernando de Castro López-Vilarino. El acto tuvo lugar en el transcurso de una cena celebrada en las instalaciones de la entidad a la que asistieron, entre otros muchos, la ministra de Fomento, Ana Pastor, el presidente del Consejo de Estado, Romay Beccaría, el magistrado del Tribunal Supremo Ramón Trillo, el letrado mayor del Consejo de Estado, Leopoldo Calvo Sotelo, y el periodista Fernando Ónega, además de magistrados, políticos, catedráticos, representantes de las principales entidades gallegas en Madrid y familiares y amigos del homenajeado. También se citaron adhesiones de, entre otros, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda, el exministro César Antonio Molina, el exalcalde de Madrid José María Álvarez del Manzano, el político Jorge Moragas, y los parlamentarios José Manuel Barreiro, José Blanco López y José Luis Rivera López.

Ana Pastor resaltó el cariño y aprecio que siente por Ónega, con quien trabajó en Interior, al que se refirió como “un gran hombre y un buen amigo”, de “prestigio profesional y larga y fructífera trayectoria” y del que dijo haber aprendido “que el entusiasmo y la dedicación son cosas importantes en la vida”. También Fernando de Castro destacó, sobre todo, su amistad y colaboración con el Centro Gallego.

Como resaltó Ónega en su discurso de agradecimiento, este nombramiento “conlleva una cantidad infinita de afecto y un mundo entrañable de amistad”. Un discurso en el que hizo un encendido elogio de la galleguidad, con referencia expresa a los emigrantes, de cuyo “espíritu de ayuda y necesidad de apoyo nacería este Centro Gallego de Madrid fundado en el año 1892”. “O sea, que estamos hablando de 121 años de antigüedad, de auxilio y ayuda, de esfuerzo y solidaridad”, subrayó, glosando un poco la historia del Centro Gallego y resaltando del mismo que fue “siempre un lugar de encuentro, reposo, añoranza y espacio de cultural, hermandad y ayuda a los gallegos que remediaban aquí la morriña, combatían en ansia del retorno y soñaban el paraíso perdido”.

Asimismo hizo referencia expresa al peso específico que en la actualidad tiene la galleguidad en Madrid, citando la presencia de importante gallegos en los organismos oficiales y en la Iglesia y a los centros y asociaciones profesionales que ha constituido, cuyos principales representantes se hallaban en el acto.

Un acto que estuvo cargado de sorpresas para Ónega. Fue conducido por el locutor Elías Rodríguez, que lo abrió leyendo una emotiva carta de Gonzalo Ónega, hijo del homenajeado, cuyas obligaciones como magistrado-juez en Málaga le impidieron asistir al homenaje, y lo cerró dando paso a la lectura de otra carta que le dirigieron sus nietas, Esther y Alejandra, pero esta vez realizada por ellas mismas que, excepcionalmente, rompieron sus horarios para ser la sorpresa final de tan excepcional noche. Misivas ambas que emocionaron a Ónega y a su mujer, María Esther Coladas, que le acompañó.

Departamento de Prensa de la Casa de Galicia


Al acto asistieron también numerosos miembros de la Enxebre Orde de la Vieira, entre ellos Carlos de Blas, Enrique Santín y José Cerdeira.
Foto: Baffypress.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Hoy recordamos el nacimiento de D. Eugenio Montero Ríos



D. Eugenio Montero Ríos y su esposa, doña Avelina Villegas, en su
propiedad de Lourizán, Pontevedra (J. Pintos, 1912)
Eugenio Montero Ríos fue jurista, catedrático, académico de la Real Academia de la Historia y de las Ciencias Morales y Políticas, diputado, senador, subsecretario, ministro de Gracia y Justicia, ministro de Fomento, presidente del Senado, presidente del Consejo de Ministros… Estaba en posesión del Toisón de Oro, del Collar de Carlos III, de la Gran Cruz de Alfonso XII, de la de San Mauricio y San Lorenzo de Italia, del Gran Cordón de la Legión de Honor… ¿Se puede tener algún título o alguna distinción más? Pues sí, porque, al margen de todo esto, Eugenio Montero Ríos era gallego. Y por si esto fuera poco, nacido en la ciudad de Santiago de Compostela. En el año 1832…

Este portentoso genio gallego comenzó sus estudios en el Seminario de Santiago pero los abandonó y los cambia por estudios de Derecho que cursa en la Universidad compostelana. Terminada la carrera en 1858, se traslada a Madrid. Al año siguiente, Montero Ríos gana por oposición la cátedra de Derecho Canónico de la Universidad de Oviedo y un año después explica esta misma disciplina eclesiástica en la de Santiago. Su discurso de apertura de curso en la Universidad compostelana, Ultramontanismo y Cimontanismo, fue muy polémico por sus ideas que ya dejaban entrever unas doctrinas, más que atrevidas, audaces para la época. Aquellas ideas quedaron plasmadas en La Opinión Pública, el periódico que fundara en Santiago.

A Eugenio Montero Ríos se le queda pequeña la vida intelectual de su ciudad natal y marcha a Madrid donde, también por oposición, obtiene la cátedra de Derecho Canónico. Sus espléndidas lecciones y trabajos en la Universidad fueron publicados en la revista Legislación y Jurisprudencia.

Es en esta época cuando Montero Ríos hace su entrada en la política dentro del Partido Progresista de Prim. Estamos en 1868 y, tras el triunfo de la Revolución, el santiagués es elegido diputado en las Cortes Constituyentes por los progresistas de la provincia de Pontevedra. Gracias a su extraordinaria erudición, Montero Ríos es reclamado para la redacción de la Constitución, lo que propició una tensa polémica con el arzobispo de Santiago, monseñor Cuesta. Y es que Eugenio Montero Ríos era partidario de la separación entre Iglesia y Estado, siendo notables sus discursos en defensa de la libertad de cultos, sin pretender vulnerar el dogma católico y dentro de la monarquía democrática. Al presentar su proyecto de separación entre Iglesia y Estado, proclamó: "Yo considero como una de las primeras dichas de mi vida el ser el más humilde, el más leal, el más ardiente hijo de la Iglesia; yo me precio de católico, yo conservo con toda su pureza la ardiente llama de la fe que me inspiró mi madre, llama que no ha debilitado mis estudios… ".

Ministro. Cuando Ruiz Zorrilla es nombrado ministro de Gracia y Justicia ofrece la subsecretaría a Montero Ríos que acepta el cargo sin cobrar salario alguno y sin abandonar su cátedra. En 1870 el catedrático compostelano participa en el Gobierno del general Prim, a quien le une una fraternal amistad, que le ofrece la cartera de Gracia y Justicia. Desde el Ministerio, Montero Ríos desarrolla una trascendental labor: promueve la Ley del Registro Civil, la Ley Orgánica del Poder Judicial, la Hipotecaria, introduce el matrimonio civil, la abolición de penas infamantes, reforma el procedimiento criminal, el Código Penal… Llegados a este punto, digamos que la obra legislativa de Eugenio Montero Ríos es una de las más copiosas realizadas en España en un periodo de cerca de cincuenta años.

Después del asesinato de Prim en diciembre de 1870, Montero Ríos es elegido diputado por Madrid y por Lalín, aunque el acta fue imputada por los carlistas.

Eugenio Montero Ríos fue uno de los máximos valedores de Amadeo de Saboya (le votó para que ocupara el trono), a quien sirvió lealmente el escaso tiempo que duró su reinado y con el que ocupó, otra vez, el Ministerio de Gracia y Justicia. Pero al de Saboya le superaban los acontecimientos y, sintiéndose incapaz de gobernar, renunció al trono en 1873. Fue precisamente Montero Ríos el encargado de escribir la carta de abdicación del efímero rey y quien le acompañó en su marcha hasta Lisboa.

Con el advenimiento de la República, Montero Ríos abandona la política y unos años después participa, junto a Francisco Giner de los Ríos, en la creación de la Institución Libre de Enseñanza, una novedosa escuela que proponía una enseñanza racionalista y liberal que supuso una notable renovación intelectual española.
Tras la Restauración borbónica, vuelve a la política y durante la Regencia le vemos ocupando, de la mano de Sagasta, el Ministerio de Fomento desde donde creó las Cámaras de Comercio y de Navegación y luego el de Gracia y Justicia. Digamos que Montero Ríos fue el precursor en España de la Ley de Accidentes de Trabajo. Es elegido senador, Cámara que presidiría años después.

En 1888, este santiagués ocupa la presidencia del Tribunal Supremo y, como tal, preside la delegación española que dos años después negoció el Tratado de París que significaba la liquidación del imperio colonial español. Días después escribiría: "Yo no era partidario, no lo fui jamás, ni lo sería hoy, del régimen colonial que España, desde los tiempos de los Reyes Católicos, había establecido para sus posesiones de América; yo no fui nunca partidario de ese régimen que se llamaba de asimilación y que consistía en considerar a las colonias como provincias de la monarquía, Siempre fui partidario de la autonomía colonial…".

Primer Ministro. Cuando en 1903 muere Sagasta, Montero Ríos es nombrado jefe del Partido Liberal, pero cuando el gallego de Compostela alcanza el cénit de su carrera política fue dos años después, cuando el rey Alfonso XIII le encomienda formar gobierno. Su mandato como Primer Ministro fue breve ya que dimitió de su cargo cinco meses después de acceder a él por un incidente del rey con algunos militares a causa de un seminario satírico. A pesar de todo, fue tiempo suficiente para mostrarse enemigo irreductible de las doctrinas regionalistas.

Eugenio Montero Ríos murió en Madrid el 12 de mayo de 1914 pero poco antes de morir escribió una carta al rey en la que ratificaba su más leal adhesión a la monarquía. En su testamento dispuso no le fueran rendidos honores oficiales de ningún tipo y que tras su muerte se devolvieran al rey las condecoraciones españolas que se le habían concedido ya que quería ser enterrado como un simple ciudadano. Su cadáver fue trasladado desde Madrid a Lourizán (Pontevedra) donde fue enterrado en el panteón familiar.

De alguna forma, Montero Ríos representa el entramado liberal del caciquismo político dominante en Galicia y él mismo fue cabeza de una amplia familia sanguínea y política (hijos y yernos) con ramificaciones en las cuatro provincias gallegas. En vida, su residencia de Lourizán, conocida como la Meca gallega, era un hervidero de políticos, periodistas y hombres estacados de la época.


La sala de conferencias del Senado, en Madrid, luce un busto de Montero Ríos, obra del gran Benlliure, y su ciudad natal le honra con un monumento que se levanta en la plaza de Mazarelos. Por cierto que este monumento no pareció gustar a otro gran gallego, Torrente Ballester, que dejó escrito: "El monumento que Compostela dedicó al más ilustre de los políticos nacidos en su recinto, Montero Ríos, si respetable en el bronce, no lo es en la piedra; el que firmó el Tratado de París de 1900 merecía un soporte menos achaparrado".
Hilario Fernández / El Correo gallego

lunes, 11 de noviembre de 2013

Apuntes Jacobeos: El peregrino tentado por el diablo


Canecillo del ábside de la iglesia de Santa María de la Concepción, siglos XII-XIII. OCHÁNDURI (La Rioja)


8.10.- El peregrino tentado por el diablo. Este milagro, recogido por el Códice Calixtino y reelaborado por Gonzalo de Berceo, cuenta la historia de Giraldo, un sencillo talabartero lionés, que lleno de devoción por el Apóstol Santiago peregrinaba todos los años a pie hasta su tumba. El hombre era piadoso y cumplidor de los mandamientos de Dios y de la Iglesia, mas aquella vez el talabartero había conocido a una moza de buen ver y no tan buen vivir y había sucumbido a la tentación de la carne. Dicho de otro modo, a pesar de su devoción por el Apóstol, comenzó el camino en pecado.

      Es de suponer que esa circunstancia no fuera del agrado del Apóstol y que, por el contrario, sí lo fuera del diablo que se aprestaba a apoderarse del alma de un hombre bueno. Así que un día, cuando ya el peregrino había recorrido una buena parte del Camino, el diablo se disfrazó de apóstol Santiago y se le apareció al humilde caminante, y le dijo:

      - Siempre me has sido devoto y por mí has pasado sufrimientos y calamidades en el Camino, y siempre me alegré de ello; pero esta vez has emprendido el viaje en pecado, has fornicado y tú sabes que exijo pureza a mis fieles, así que no vas a encontrar consuelo en el viaje.
      - Señor, tú sabes que estoy arrepentido -dijo el buen talabartero a quien no era sino el diablo disfrazado de apóstol-. Volveré a mi casa, me confesaré y reemprenderé el Camino en las condiciones debidas.
    - No es posible, hermano, tu tiempo se ha cumplido -dijo el diablo-. Sólo tu arrepentimiento inmediato y el correspondiente sacrificio penitencial podrán salvarte.
      - Sabes, señor, que estoy arrepentido, dime cuál es el sacrificio que ha de salvar mi alma y lo haré de inmediato.
      - El sacrificio -dijo el diablo ladinamente- no puede ser otro que cortarte los miembros que façen el forniçio.
      - Pero, señor, me moriré desangrado... -se quejó el peregrino-.
      - En ese caso, morirás purgando tus pecados y te salvarás. Morirás como un auténtico mártir.

      El apenado viajero tomó un afilado cuchillo y... Pero dejemos que sea Gonzalo de Berceo quien nos lo cuente:

                             Y le creyó el astroso, el loco trastornado,
                             sacó su cuchillo que tenía amolado,
                             cortó sus genitales el malaventurado,
                             después se degolló y murió excomulgado.

      De inmediato, una legión de diablos voló a su alrededor deseosos de apoderarse del alma del difunto, y tomándola, ya la conducían a lo profundo del infierno cuando apareció el verdadero apóstol Santiago. Con decisión les arrebató el alma del buen peregrino y restituyéndola al cuerpo desangrado lo devolvió a la vida.

                             Y se levantó el cuerpo que estaba trastornado,
                             se limpiaba su cara Giraldo el degollado;
                             permaneció un ratillo como desconcertado,
                             como el hombre que duerme y se despierta airado.

      De la herida que le había producido la degolladura no quedó nada, ni una mísera cicatriz, pues había obrado de  buena fe, en la confianza del Apóstol; mas de lo otro, de aquello con lo que había pecado... Pero, volvamos a Berceo:

                             De lo demás era sano y muy mejorado,
                             salvo por un hilillo que tenía atravesado;
                             mas lo de la natura, cuanto que fue cortado
                             no le creció ni un punto, quedó en aquel estado.

      Numerosas personas que rodeaban el cadáver ensangrentado pudieron dar fe de este milagro, y su cuerpo fue examinado por el abad Hugo de Cluny quien lo testificó todo, confirmando que:

                             Era del todo sano, todo cicatrizado,
                             que para verter el agua quedábale el forado...

      Y el milagro corrió de boca en boca, y para cuando el peregrino resucitado llegó a Compostela todo el mundo era conocedor de la noticia. La gente se acercaba al nuevo Lázaro ansiosa de ver... y comprobar:

                             Sonó por Compostela esta gran maravilla,
                             lo venían a ver todos los de la villa,
                             decían: esta cosa debemos escribirla,
                             que a quien es por venir le placerá oírla.

Ver también: San Ero de Armenteira