Pasados los primeros días de euforia tras nuestro regreso de América, es momento de recapitular y recordar cada uno de los buenos momentos de que hemos disfrutado junto a nuestros paisanos de allende el mar. Hemos disfrutado enormemente de la ciudad de NY, una ciudad abierta y acogedora donde nos hemos sentido como en nuestra propia casa; hemos disfrutado de sus calles, parques y museos, hemos comprado en sus numerosas tiendas, con unos precios muy atractivos para los ciudadanos europeos, y hemos sentido la amabilidad y la simpatía de sus gentes. Por eso queremos dar las gracias a todos, a todos, aunque como es lógico, queremos empezar por el principio:
Y el principio no puede ser otro que el de mostraros nuestro agradecimiento a vosotros, la colonia gallega en América, por habernos recibido con tanto cariño, por habernos brindado unos días plenos de actividad, emotividad y felicidad. Por habernos tratado de una forma que no cabía esperar a pesar de que conocíamos vuestro amor por Galicia y por vuestros paisanos. Desde aquí nos sentimos felices de tener unos amigos así y nos sentimos tremendamente agradecidos por el esfuerzo que a título individual o colectivo habéis realizado para brindarnos tan extraordinaria acogida. Sabemos de vuestro esfuerzo y valoramos vuestra generosidad (que sobrepasó la norma de cordialidad habitual en la Orden que, entre otras cosas, nunca presupone la asunción de gastos ajenos) y nos sentimos en deuda de gratitud con todos vosotros. Sin duda, en nuestro corazón quedará para siempre un rinconcito lleno de reconocimiento y admiración hacia la colonia gallega en NY.
Y queremos agradeceros también a vosotros, el generoso pueblo neoyorquino, la simpatía que nos mostrasteis. Hemos desfilado por vuestras calles recibiendo el caluroso aplauso y las incontables muestras de cariño que nos habéis dedicado. Sin duda, nos hemos sentido tan confortables marchando con nuestros amigos irlandeses (celtas todos) por vuestras calles que es ahora cuando más ganas tenemos de volver a sentir el calor de vuestro cariño. No sabemos cuando podrá ser de nuevo, pero sabed que en nuestra mente, y en nuestro corazón, latirá siempre un deseo de volver a estar juntos en un nuevo SPDP.
Y el principio no puede ser otro que el de mostraros nuestro agradecimiento a vosotros, la colonia gallega en América, por habernos recibido con tanto cariño, por habernos brindado unos días plenos de actividad, emotividad y felicidad. Por habernos tratado de una forma que no cabía esperar a pesar de que conocíamos vuestro amor por Galicia y por vuestros paisanos. Desde aquí nos sentimos felices de tener unos amigos así y nos sentimos tremendamente agradecidos por el esfuerzo que a título individual o colectivo habéis realizado para brindarnos tan extraordinaria acogida. Sabemos de vuestro esfuerzo y valoramos vuestra generosidad (que sobrepasó la norma de cordialidad habitual en la Orden que, entre otras cosas, nunca presupone la asunción de gastos ajenos) y nos sentimos en deuda de gratitud con todos vosotros. Sin duda, en nuestro corazón quedará para siempre un rinconcito lleno de reconocimiento y admiración hacia la colonia gallega en NY.
Y queremos agradeceros también a vosotros, el generoso pueblo neoyorquino, la simpatía que nos mostrasteis. Hemos desfilado por vuestras calles recibiendo el caluroso aplauso y las incontables muestras de cariño que nos habéis dedicado. Sin duda, nos hemos sentido tan confortables marchando con nuestros amigos irlandeses (celtas todos) por vuestras calles que es ahora cuando más ganas tenemos de volver a sentir el calor de vuestro cariño. No sabemos cuando podrá ser de nuevo, pero sabed que en nuestra mente, y en nuestro corazón, latirá siempre un deseo de volver a estar juntos en un nuevo SPDP.
Gracias, gracias de todo corazón a todos los que con tanto cariño, dedicación y generosidad nos habéis obsequiado con lo mejor de América.
El Consello de la Orden