El puente medieval de Puente la Reina, construido en el siglo XI, facilitó el cruce del río Arga a los peregrinos |
6.2.- El siglo XI. El Santo Matamoros comenzó el milenio sin catedral, pues la existente había sido destruida por el moro Almanzor en una de sus aceifas anuales, y la cristiandad lloraba unida la desgracia. Pero el dolor y la rabia alimentaron aún más las ganas de viajar a Compostela. Los caminos ya habían sido establecidos y el número de peregrinos crecía sin cesar.
En el año 1063, los condes de Barcelona Ramón Berenguer I y Almodís recuerdan al vizconde Udelart que no se puede partir en romería, ya sea a Jerusalén, Roma o Santiago, sin su autorización expresa. Ello nos da idea de lo muy extendidas que estaban las peregrinaciones en ese momento.
Desde Castilla peregrina el conde Fernán González acompañado del abad de Cardeña. En 1065 lo hace Fernando I de León y su esposa Sancha en compañía de sus hijos. Alfonso VI, rey de Castilla y León, lo hace en el 1075, aprovechando para asistir a un concilio celebrado en Santiago. Y, hacia 1095, peregrina don Raimundo de Borgoña, conde de Galicia y marido de doña Urraca.
Las peregrinaciones desde Francia son numerosas. En 1063 llega Pedro II, obispo de Le Puy. En 1095 emprende viaje a Compostela el obispo de Lyon acompañado por un grandioso séquito de clérigos y seglares.
De Alemania llega en 1072 el obispo de Maguncia. Por esa época viene también una mujer: la condesa Richardis Sponheim. Y, sorprendentemente, se tiene noticia de que un ciego llamado Fulberto pasaba ese año por Tréveris camino de Compostela, aunque no sabemos si alcanzaría la meta.
En este mismo siglo llegan también numerosos peregrinos ingleses y portugueses, entre los que destacamos a los condes don Enrique y doña Teresa que llegan a Santiago en el 1097.
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