Foto: Manuel Lestón |
Ver también: La leyenda de la fundación de Pontevedra
La leyenda de la Torre de Hércules y la Fundación de La Coruña
La leyenda de la Torre de Hércules y la Fundación de La Coruña
La mayor parte de las leyendas
fundacionales de los pueblos de Galicia entroncan a éstos con personajes de la
mitología clásica o, en los más recientes, con los de la mitología celta. Quizá
la fundación de Noia por una hija de Túbal (a su vez hijo de Jafet y, por
tanto, nieto de Noé) sea una de las pocas excepciones. La leyenda, que es recogida
con matices diversos durante la edad media, nos habla, en unos casos, de la
llegada a Iberia de la propia barca salvadora (el Arca) que se aposentaría en
lo alto del monte Barbanza o, en otros, de la llegada directa de los
descendientes del patriarca bíblico. En todo caso, la tal Noelia, o Noela,
casada con Galo Gafeto, rey de extensos territorios, formaría la primera
familia gallega conocida, asentada en lo que hoy conocemos por Noia, ese diamante pulido que, en palabras del
poeta, brilla en las ondas del mar:
Ya se paran las lluvias, ya sale el cuervo,
Por ver si tras las aguas hay algo nuevo,
Un sitio habitable, un pequeño huerto…
Mas la tierra no
existe y el cuervo ha vuelto.
Y Noé reflexiona,
pensando un momento:
Tal vez la paloma, se
dice en silencio,
Busque y encuentre dónde
establecernos.
Y todos respiran viendo
que del Cielo
Se envía el mensaje
que les prometieron:
Vuelve la paloma que en
rápido vuelo,
Acerca en el pico el ramito eterno.
Y se posa el Arca
segura en el suelo
Del alto Barbanza, al
fin de la tierra,
Y sobre el abismo de
aquellas laderas
Se asoma un Noé, ahora
boquiabierto:
¡Qué tierras tan
bellas cubiertas de verde,
Regadas por ríos
profundos, serenos,
Con mares de olivos,
con ricos vergeles,
Que el Dios bondadoso
sobre el blando cieno
Dibujó con manos cual
suaves pinceles.
Y elevando su vista,
alabando al Supremo
Se dirigió a su prole
hablando sereno:
Y vosotros mis hijos,
y vosotros mis nietos,
Sabed que es el sitio
donde viviremos…
Cuenta la leyenda, y
yo no lo niego,
Que así es como el
Arca se posó en el suelo
Del alto Barbanza, en
el Finisterre,
Donde mueren los
soles y resucitan luego.
Mas, pasado ya el
tiempo y buscado acomodo,
Noé se propuso
mejorarlo todo,
Y sembró las plantas
que dan alimento
Y unas vides por ver…
a qué sabe eso.
De las viñas las
uvas, y luego el buen vino,
Del vino la ciencia…
¿quién dijo eso?
Maldita las ansias de
ser cómo el Cielo,
Borracho y desnudo, aquí
yazgo en el cieno.
Sus hijos se ríen,
aunque el más pequeño
Lo cubre con mimo y
lo tapa en silencio,
¡que duerma –se dice-
y luego al regreso
Recuerde que nunca
fue bueno el exceso!
Los hijos del Arca,
según se nos cuenta,
Poblaron el mundo como
las estrellas.
Mas, quizá por el
vino, o quizá por el Cielo,
Castigo sin duda,
parece bien cierto,
Viajeros del Arca,
viajeros del tiempo,
También emigraron
aquellos gallegos.
Y Sólo Noelia, la
hija más bella
De Túbal el joven, de
Jafet la nieta,
quedó en estas
tierras, ¡que tierras tan bellas!
Para dar su nombre a
Noia la bella.
Pues su padre
marchóse a tierra portuguesa
Donde dicen que un
día comenzó la empresa
De fundar allí, que
aún se conserva,
La llamada Setúbal,
de Túbal recuerdo,
…Y tal vez, quién lo
sabe, fue rey de Tartessos.
Dícese que en el viejo cementerio
de Noia, un lugar mágico donde los haya, se conservaba una no menos vieja
lápida que decía: "En nombre de
Dios. Amén. NOELA dedica a su hermano y marido Galo Gafeto, Rey desde
Finisterra a los Altos Alfes, y de mar a mar, ésta memoria a la honra de su
segundo abuelo Noé y a éste pueblo que para su descanso formaron en el fín del
rio Támbar, frente a la isla de Cueva Marina. Su señal sería un Arca con la que
Dios defendió a su generación. Su nombre y el de su hija Nebión y el del reino
y el de su Rey y marido que descansa en paz. Año 1999 del mundo."
J. Cerdeira 2007
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