Hace cincuenta años, una intoxicación por alcohol metílico causó centenares de muertes en España.
Garrafas con alcohol metílico |
Nota: Podréis ver este documental en la Casa de Galicia en Madrid, el 28 de enero de 2014, por gentileza de su director Emilio Barrachina, la Asociación de Empresarios Gallegos en Madrid (Aegama) y la propia Casa de Galicia.
Emilio Rodríguez se despertó una mañana de 1963 en su aldea
de A Pena (Orense), se asomó a la ventana para ver sus viñedos y todo estaba
nevado. Era pleno mes de agosto. Se fue al baño, se miró al espejo y allí
también nevaba. Minutos después perdía la vista para toda la vida. La noche
anterior se había tomado una copa de licor café de garrafa que
provenía de las bodegas de Rogelio Aguiar.
Han pasado cincuenta años de esto, un caso real con el que arranca el
documental del director de cine Emilio Ruiz Barrachina. Lo
acaba de estrenar en el Festival
Internacional de Cine de Orense y se emitirá próximamente en la Televisión
de Galicia y en La 2 de Televisión Española.
El trabajo audiovisual narra los hechos del denominado Caso del metílico, el
mayor envenenamiento masivo de la historia de España provocado
por metanol o alcohol metílico, y que por intereses políticos y económicos trató
de ocultarse en la época. Como consecuencia, muchos de los fallecimientos fueron
registrados como muertes naturales.
"La bodega de Rogelio Aguiar no vendía el alcohol con su sello, sino que
lo distribuía en garrafón a otros bodegueros para que lo
embotellasen. Se sabe que compró en Madrid 75.000 litros de alcohol metílico
porque, según manifestó, le dijeron que se podía consumir si se rebajaba con
agua. El alcohol que compró estaba destinado a la fabricación de
combustible de aviones", explica a SINC
Ruiz Barrachina.
La realidad era que el alcohol metílico costaba la mitad que el
etílico y quería hacer negocio. Con esos 75.000 litros, él fabricaría
un total 125.000 que pondría a la venta a bodegas de toda España en garrafas.
Uno de los lugares donde llegaron primero fue Lanzarote, porque había un
bodeguero en Vigo con muy buenas relaciones con Canarias.
"Es por eso que la primera persona que relaciona el consumo de determinadas
botellas de alcohol con los fallecimientos y la ceguera es una
farmacéutica canaria, Elisa Álvarez. A partir de ahí empieza la
investigación. Pero la tragedia se extiende por toda España, y donde más
incidencia tiene es en Galicia", añade el
director de cine. Tan solo una copa de licor café o de orujo fue capaz de dejar
ciego o matar a quien se la bebió.
"El metanol produjo en aquel momento una tragedia que a veces se reproduce
por la ignorancia de la gente. Este producto tóxico se absorbe y se metaboliza
en el hígado creando ácido fórmico y formaldehído. El primero provoca problemas
digestivos y síntomas de embriaguez –como una intoxicación etílica–, y el
formaldehído ataca la retina y causa la ceguera. La muerte
sobreviene porque una vez absorbido pasa rápidamente a los órganos y puede
provocar un coma", declara a SINC Rosario Moyano, catedrática de toxicología de
la Universidad de Córdoba.
Por esta intoxicación falleció sobre todo gente de extracto social
bajo, consumidores de aguardiente o licor café de garrafa. Al ser en su
mayoría personas de los pueblos y con pocos recursos, muchas de ellas se
consideraron muertes naturales.
La bebida asesina pudo llegar a Nueva York
En el juicio se mezclaron los intereses económicos y políticos del
franquismo. El gobierno de Franco iniciaba por entonces una costosa campaña para
vender al exterior que España se había modernizado y quería ofrecer nuevas
oportunidades al turismo.
"Si este caso se llegaba a conocer y saltaba a los medios internacionales,
como tenía que haber sucedido, todo aquello se podía venir abajo y por
eso trataron de ocultarlo", apunta el director del
documental.
Por otra parte, España continuaba recibiendo dinero de EEUU y este escándalo
hubiera repercutido en las relaciones con los estadounidenses.
Lo que se hizo, de la manera legal que entonces creyeron más oportuna, fue
plantearlo no como homicidio involuntario, sino como un juicio de
atentado contra la salud pública, un mal menor. "Lo equipararon a
vender productos caducados y por ello el resultado es que solo se reconocen 51
muertes", subraya Ruiz Barrachina.
Durante el juicio hubo once imputados que fueron condenados. Sin embargo,
ninguno de ellos llegó a cumplir íntegra su condena. Además, las cuantiosas
indemnizaciones que debían pagar a las víctimas nunca llegaron porque se
declararon insolventes.
El fiscal del caso, Fernando Seoane, siempre defendió que solo con hacer un
sencillo cálculo matemático de lo que pueden producir 125.000 litros de alcohol
tóxico en el mercado, se podía saber la magnitud de la tragedia. Seoane estimaba
que las víctimas estuvieron por encima de 5.000, entre
fallecidos y personas que se quedaron ciegas.
Debido a las enormes cantidades de alcohol metílico que vendió Rogelio
Aguiar, algunas de las garrafas llegaron incluso al otro lado del Atlántico,
como indica el escritor y periodista de investigación Fernando Méndez en su
libro Metílico, 50 años
envenenados, en el que está basada la película.
"En el puerto de Nueva York fue intervenido un envío procedente de Vigo de
bebidas contaminadas con alcohol metílico, según recoge el sumario del caso.
Debido al descontrol de las autoridades sanitarias y de aduanas, no se sabe con
exactitud qué cantidad pudo llegar realmente. Lo que sí coincide en el tiempo,
primavera del 63, es la muerte masiva de vagabundos en la zona de
Manhattan por alcohol metílico, con bebidas baratas que provenían de
garrafón. Los diarios se hicieron eco de ello. Es mucha coincidencia", argumenta
a SINC Méndez.
Su libro está escrito a partir de una investigación de cinco años, de los más
de 30.000 folios del sumario del juicio. "No sé si podría volver a abrir el caso
y aportar nuevas pruebas, pero creo que las víctimas merecen por lo
menos un reconocimiento social que no han tenido en los últimos 50
años", subraya Méndez.
Sinc/Eva Rodríguez
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