lunes, 20 de abril de 2009

Los milesios en Irlanda

Habíamos dejado a nuestros milesios desembarcando en las agrestes costas occidentales de la isla. Desde allí se dirigieron hacia la fortaleza de Tara (lugar mágico por excelencia de los Tuatha Dé Danann) donde se encontraba la sede suprema de las tierras de Irlanda.

De camino hacia Tara, en donde les esperaban los reyes danaos, se encuentran sucesivamente a tres bellas mujeres llamadas Banbha, Fodha y Eriu (probablemente las tres diosas consortes de los tres co-reyes de la isla). Cada una, por separado, les hace la petición de que, cuando se apoderen del reino, su nombre se convierta en el nombre oficial de la isla; y a las tres les dan su palabra de que así se hará. Y la última de ellas, Eriu, añadió:

- Guerreros, bienvenidos a esta tierra. Tiempo ha que vuestra venida era profetizada por nuestros adivinos. Vuestra será esta isla para siempre, no hay otra mejor en el mundo y no habrá raza más perfecta que la vuestra.
Amergin, el poeta, le agradeció sus palabras, mas su hermano Donn añadió:

- No es por ella que vamos a ser dueños de esta tierra sino por nuestros dioses y nuestras fuerzas. Y ella le replicó: tú no tendrás hijos ni tomarás posesión de esta isla; y ahora, hijos de Mil, dejad que esta tierra lleve mi nombre.
Amergin, el bardo, se dirigió a ella y le manisfestó que ese sería por siempre el nombre de Irlanda: Eriu, Erin o Erinland; y aunque poéticamente también se usan los nombres de Banbha y Fodla para referirse a Irlanda, ciertamente el nombre de Eriu prevaleció.

Como esperaban, los milesios se encontraron a los tres reyes danaos en el fortaleza de Tara. Lógicamente, habían sido informados de la llegada de los extranjeros aunque trataron de ser corteses y de mostrar una cierta sorpresa. No obstante, Eber Donn, el mayor de los hijos de Mil, se dirigió a ellos sin rodeos y les conminó a que le entregaran el reino de inmediato:

- Tenéis nueve días para marcharos, para rendiros o para prepararos para la lucha -les dijo.

Los tres reyes dialogan entre ellos por un momento y dan su respuesta:

- Lucharemos –dicen- pero no es de caballeros atacarnos sin dejarnos un tiempo para preparar la batalla.
Entonces Amergin, jefe espiritual del grupo milesio, tomó la palabra y dio su veredicto:

- Dejemos que la Isla sea suya… hasta que volvamos y la tomemos por la fuerza.
Todos se quedaron sorprendidos, y Eber Donn le preguntó que a dónde irían, y Amergin respondió:

- Nos subiremos a nuestros barcos, nos alejaremos a la distancia de nueve olas, y volveremos.
Los Tuatha Dè Danann eran famosos por su magia, así que, en cuanto los milesios se alejaron de la costa, sus druidas levantaron una terrible tempestad de niebla y viento que amenazó con dispersar y hacer zozobrar las naves milesias. Fue entonces cuando Amergin, después de revestirse de todos sus aditamentos mágicos, pronunció su famosa invocación a los espíritus de las tierras de Eriu:


Yo invoco a la noble Irlanda,
al este de la gran playa del fértil mar...


De inmediato cesó el viento, se disipó la niebla y los marineros recuperaron el dominio de sus naves. Todos, salvo Eber Donn, que molesto por la nueva traición de los danaos, juró que pasaría a espada a todos los habitantes de aquella isla. Al instante, cumpliéndose la profecía de Eriu, se formó un tremendo remolino, y las aguas se tragaron al barco de Donn como se hubieran tragado al más ínfimo de los gusanos.

Los milesios derrotaron a los Tuatha Dé Danan en las batallas de Sliabh Mis y de Tailtiu. Muchos de los antiguos habitantes de la isla murieron. Otros, los escasos supervivientes, convertidos en pequeños duendecillos, pasaron a vivir en el mundo subterráneo donde todavía permanecen, asomándose de vez en cuando al mundo exterior por las bocas de las cuevas que les mantiene comunicados.

Por su parte, Eremon y su hermano mayor Eber, hijos de Mil Espaine, reinaron juntos sobre las tierras conquistadas, siendo, por tanto, los primeros reyes milesios (gallegos) de Irlanda. Eremon y Eber acabarían peleándose y dividiendo el territorio entre ellos, aunque Eber murió pronto y su hermano se quedó como rey único durante catorce años.

Durante el reinado de Eremon, todavía llegó la isla un nuevo grupo de “gentes del sur” a los que los irlandeses llamaron Cruitnii. Se dice que estos Cruitnii reclamaron de Eremon tierras donde asentarse y mujeres con las que casarse, pues había venido solos. El rey no accedió a darles tierras, pero sí accedió a que pudiera tomar por esposas a las viudas de los Tuatha Dé Danann. Luego los envió hacia el este, hacia una tierra a la que ellos llamaron Alba (actual Escocia) con la condición de que deberían ser leales a los reyes irlandeses. Allí los encontró la historia con el nombre de pictos, quizá un apodo dado por los romanos a causa de su costumbre de pintarse todo el cuerpo antes de las batallas.

Y así fue como aquellos gallegos antiguos se asentaron en Irlanda, e incluso en Escocia, permaneciendo allí desde entonces como clase dominante.

P. S.: Esta historia está basada en su mayor parte en la versión inglesa del Leabhar Ghabhála Érenn,
el “Libro de las invasiones de Irlanda”  y especialmente en sus partes 2ª, 7ª y 8ª.
Copyright: José Cerdeira 2009
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