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7.3.- El camino del norte. El primer camino asturiano, tremendamente difícil, fue pronto
abandonado por el camino costero, más cómodo y seguro, y al que se unían
viajeros procedentes de la cornisa cantábrica y de Francia. Este camino hacía
su entrada en Galicia por Ribadeo, cruzando el río en barca o bordeando su
estuario. Los que cruzaban en barco seguían luego por la vieja calzada romana
hasta Lourenzá donde se unían a los que habían bordeado el estuario y que
llegaban hasta allí pasando por Trabada.
Vilanova de Lourenzá, nacida a la sombra
del monasterio benedictino fundado por don Osorio Gutiérrez, era la capital de estos
contornos. Su iglesia barroca es obra del gran arquitecto Fernando Casas y
Novoa, el mismo que proyectó la fachada compostelana del Obradoiro. Más arriba
de Lourenzá aparece Mondoñedo, una de las siete capitales de la Galicia
primitiva y destacado conjunto histórico artístico. Mondoñedo tiene una Fonte
Vella y una bella catedral (que si no es
la más hermosa de Galicia, al menos es la mía, decía Cunqueiro).
Pasado Mondoñedo, el camino asciende hasta
Abadín, la puerta de la Terra Chá
lucense, y se dirige a Vilalba, la capital natural y oficial de estas tierras.
Estas amplias y altas llanuras, unas veces cubiertas de nieve y otras de
niebla, propicias a la desorientación y el extravío, llenas de matorrales y
pobladas de lobos y alimañas eran temidas por los peregrinos. Pero la llegada a
su capital suponía un alivio de los mores pasados y de los estómagos vacíos,
pues ya entonces era Vilalba tierra de buen comer.
Y el camino norte avanza decidido para
unirse con el francés en tierras de Melide, pero no sin antes pasar por
Sobrado, donde está uno de los más famosos monasterios de Galicia. Sus orígenes
hay que buscarlos hacia mediados del siglo X, teniendo entonces la peculiaridad
de ser un monasterio dúplice, es decir, mixto. De este monasterio fue abad el
futuro santo Pedro de Mezonzo, el de la Salve Regina y el que tuvo que
presenciar la destrucción de Santiago a manos de las tropas de Almanzor.
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