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1.4.- La cripta del Apóstol. Después de abrazar al Apóstol, se desciende por unas escaleras muy desgastadas a la pequeña cripta que guarda el sepulcro plateado con los restos del patrón de España. La estancia actual es fruto de las distintas excavaciones llevadas a cabo en el siglo pasado en busca de la tumba apostólica.
En 1589 los ingleses habían tomado La Coruña y amenazaban con llegar hasta Santiago y apoderarse de los restos del Apóstol. El arzobispo San Clemente estudió distintas alternativas para protegerlos, incluida la posibilidad de su traslado a Orense, aunque finalmente se optó por enterrarlos en algún lugar que pudiera ser mantenido en absoluto secreto. La ocultación se hizo tan a conciencia que con la muerte de los presentes se perdió la pista del lugar de enterramiento.
Tres siglos más tarde, en el año 1879, el cardenal Payá ordenó emprender unas excavaciones exhaustivas en busca de la tumba y del mejor conocimiento del antiguo enterramiento romano. Fruto de esas obras, además de la localización del sepulcro buscado, fue el desescombrado y limpieza del viejo mausoleo apostólico y la adecuación del espacio para ser utilizado como pequeña cripta donde guardar y venerar los santos restos. Para facilitar el acceso de fieles al oratorio, se abrieron sendas puertas en los muros laterales y se construyeron las escaleras por las que hoy se baja a rezar ante el patrono de España.
Los venerables restos del Apóstol y sus discípulos fueron colocados en una urna de plata, adornada con un crismón en relieve, y puestos sobre una pequeña ara marmórea en el año 1886. El conjunto se separó del resto del oratorio por una valla metálica que no impide la visión. Ante la plateada urna rezan nuestros hermanos portugueses:
Santiago, Santiago,
Santiago peregrino.
Santiago peregrino.
A tua urna de prata
devia ser d’ouro fino!
(Grupo Tertulia Guimaraes)