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1.6.- La fachada del Obradoiro. Presidiendo la granítica plaza del Obradoiro se levanta una de las obras cumbres del barroco universal, la magna obra del arquitecto Fernando de Casas y Novoa. El proyecto venía determinado en parte por la construcción previa, obra de Peña del Toro, de la torre de las Campanas. Así en el proyecto tuvo que contemplarse una torre gemela, la de la Carraca, para armonizar con la ya construida. Entre las dos torres se diseñó un sorprendente hastial cuyas masas equilibran y armonizan con las dos torres y convierten al conjunto en un maravilloso retablo pétreo, de frondosa decoración, obra de artífices compostelanos como Vaamonde, Fernández, Gambino, Noguiera, Lens, López, etc.
En la organización vertical de la fachada destacan poderosamente los cuerpos de las torres, las acanaladas pilastras, las cornisas, antepechos y afiligranados pináculos. Las torres, que se elevan hasta los 72 metros de altura, obedecen a los versos con que Gerardo Diego se refirió a ellas:
También la piedra, si hay estrellas, vuela.
Sobre la noche biselada y fría
Sobre la noche biselada y fría
creced, mellizos lirios de osadía,
creced, pujad, torres de Compostela.
Cuando el sol poniente, filtrado entre las altas nubes o la tenue niebla, ilumina con sus rayos dorados la armoniosa floresta de piedra del Obradoiro, su pátina de líquenes y tiempo parece la de los altos chopos que amarillean al final del verano. Así lo vio el maestro don Ramón Otero Pedrayo, como un otoño harto y dorado...