Con un infierno como éste no era de extrañar la importancia dada a las indulgencias. |
Encima de la verja de hierro que rodea la capilla de Santiago hay una cruz de madera que dicen que fue usada por el Apóstol en la época en que expulsaba de España a los moros, y adorando esa cruz se ganan muchas indulgencias.
Detrás del coro hay, siempre según Albani, otra pequeña cruz con la imagen de Cristo, que allá por el año mil quinientos habló a un canónigo de vida santa, y tal cual estaba hablando, así se le quedó la boca. Adorando a este Cristo se ganan muchísimas indulgencias.
La visita a la capilla de las reliquias debe causar una viva impresión a nuestro viajero, pues dicha capilla se ve toda llena de muchísimos cuerpos de santos, por no hablar de tantísimas cabezas, piernas, pies, manos, dedos, brazos, vientres y ampollas de sangre de mártires... Y dicen los penitentes que las mismas indulgencias que se ganan en Roma o Jerusalén se ganan también aquí. Las reliquias son tan numerosas que, en su época, a los visitantes se les daba un papel impreso con la lista de las existentes y, como es lógico, en dicha capilla se ganan millones de indulgencias.
También se ganan muchísimas indulgencias en la capilla de Nuestra Señora de la Piedad; y en la capilla de las ánimas del Purgatorio, además de ganar muchísimas indulgencias, cada vez que se haga celebrar una misa se saca un alma del Purgatorio.
Muchísimas indulgencias se ganan visitando la capilla de la Inmaculada Concepción, concedidas por el Papa Calixto, pero más si se sube al campanario, donde hay varias maravillas. La campana fue regalada por San Luís, rey de Francia; y si alguien tiene dolor de cabeza y toca la campana con la frente, le pasa de inmediato; y si alguna mujer no pudiera parir, bastaría con que diera tres golpes a la campana y daría inmediatamente a luz. Las indulgencias que se ganan subiendo al campanario las concedió el Papa Pascual II. El campanario en sí no tiene nada de particular pero, en aquel tiempo, se estaban construyendo otros dos de inmenso coste en las esquinas de la iglesia.
Otra de las maravillas de la que nos habla Albani, un mármol con un agujero en medio, está giusto supra la cupola della cappella maggiore, dove giace il corpo di San Giacomo. Lo milagroso del mármol está en que por su pequeño agujero caben tanto los delgados como los más gruesos, y pasando por el mármol agujereado se ganan muchísimas indulgencias, concedidas por varios sumos pontífices.
Finalmente, nos cuenta que quien pase seis veces durante seis días consecutivos bajo la Puerta Santa besando los santos muros por un lado y otras seis veces por el otro, con verdadera devoción y fe viva, recibirá perdón perpetuo de culpa y pena, como si volviera a nacer en el mundo, y librará a toda su parentela desde la cuarta generación de las penas del Purgatorio, aunque para ello era necesario que el peregrino se hubiera confesado y hubiera sido absuelto de todas sus culpas.
Y aunque, por supuesto, no hemos recorrido todos aquellos puntos de la Catedral por los que pasó el joven napolitano y en los cuales facendo non sei qué ganábase non sei cánto, los señalados bastan para darnos una somera idea de la empanada mental que por entonces debían tener algunos de los viajeros que se acercaban a Compostela.