viernes, 18 de diciembre de 2009

Rezar una oración ante la tumba del Apóstol

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2.6.- Rezar una oración ante la tumba del Apóstol. Una vez que se ha abrazado la imagen del Apóstol, se bajan las escaleras que conducen a la Cripta donde se conservan los restos del apóstol peregrino. El espacio existente es muy pequeño, y la oración debe ser rápida pues es necesario dejar sitio a nuevos visitantes.

Los restos del Apóstol, varios huesos en bastante mal estado, pues no hay ni uno solo entero, nunca fueron expuestos al visitante. Créese que está sepultado allí, pero su cuerpo nadie lo ha visto, ni aun el rey de Castilla cuando estuvo allí en 1487. Creemos por la fe, que es la que nos salva a los míseros mortales, decía Jerónimo Munzer, peregrino en 1494; y Arnold von Harff, que peregrinó por la misma época, dice: Yo traté con grandes ofertas de que se me enseñara el santo cuerpo. Se me contestó que no se acostumbraba a hacerlo, y que el que dudase, en el mismo momento se volvería loco como un perro rabioso. Con esto me bastó...

Como consecuencia del ocultamiento llevado a cabo por el arzobispo San Clemente ante las amenazas del pirata inglés Drake, los santos restos permanecieron desaparecidos durante tres siglos. Sin embargo, cuando Albani llegó a Compostela en 1743 y quiso visitar la tumba, se le dio una disculpa un tanto extraña: me dicen que el glorioso cuerpo de Santiago yace bajo el altar mayor y no es visto por nadie, y dicen que hace un siglo o antes se podía ver por todos el santísimo cuerpo, pero por la gran insolencia de cada día, el Santo quiso no dejarse ver más por nadie, de modo que un tal Marcelo, arzobispo de dicha ciudad, queriendo satisfacer la curiosidad de bajar al sepulcro, perdió la vista y tembló toda la ciudad con fiero terremoto...
            ---       Sir Francis Drake
A finales del siglo pasado, tras la localización de la tumba, los restos apostólicos fueron analizados por tres expertos catedráticos compostelanos. De su estudio se dedujo la existencia de tres esqueletos, con huesos muy deteriorados y mineralizados, cuya datación podría corresponder al siglo primero. Uno de ellos, el que supuestamente corresponde al Apóstol, pudo ser distinguido de los demás por faltarle algunos trozos que Gelmírez había donado como reliquias.

Hoy el interés por la visión directa de las reliquias ha desaparecido y los viajeros ya no se sienten disgustados por ello. Queda, si acaso, la duda científica sobre el origen incierto de los restos que la leyenda hace corresponder a Santiago el Mayor, el hijo de Zebedeo; pero ningún creyente, más allá de lo que diga la ciencia, renuncia a la breve oración que sugiere este lugar santo.