Francis de Blas: Retrato imaginario de Diego Gelmírez, obispo de Santiago (Óleo, 81 x 65cm.)
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Gelmírez fue propuesto para obispo allá por el año 1100, sucediendo al depuesto Diego Peláez; pero él, seguramente en una calculada maniobra que le permitiera granjearse apoyos y fama, se negó a aceptar el nombramiento. Entonces los electores tuvieron que redoblar su entusiasmo y sus ruegos hasta conseguir que el hábil Gelmírez cediera, y cuando lo hizo fue, claro está, con todo el apoyo general que él deseaba. Sin embargo, dada la situación creada por los trapicheos de su antecesor (el rey Alfonso de Aragón, enemigo declarado del obispo y de Compostela, impedía el paso hacia Francia), no pudo acudir a Roma para su consagración que tuvo que ser en Santiago de manos de un legado pontificio.
Durante la etapa Gelmírez las obras de la Catedral avanzaron a buen ritmo y se comenzaron otras muchas como el palacio episcopal, un claustro que nunca llegó a construirse y varias iglesias antiguas que se restauraron y remozaron. También levantó una residencia para canónigos, en el sitio donde hoy está la Casa de la Conga, quizá para congraciarse con ellos y granjearse su apoyo en los acontecimientos que estaban por llegar pues, como ya dijimos, estuvo metido en cuanto jaleo político hubo en su tiempo, que fueron muchos.
Pero de todos los asuntos en que Gelmírez estuvo metido, ninguno tan dilatado, trabajoso y rico en aventuras como la exaltación a metropolitana de la sede episcopal. Veinte años luchó por conseguir el objetivo, veinte años durante los cuales no desperdició ocasión que pudiera servirle, ni dejó de atraerse a persona que pudiera ayudarle; antes bien, como consumado político, se valió de ocasiones y de personas con su reconocida pericia (Torrente Ballester).
El papa Calixto II, gran amigo de Gelmírez
Así pues, no llegó de golpe el reconocimiento de la eminencia compostelana, o lo que es lo mismo, el cumplimiento de la mayor ambición personal del prelado: la búsqueda de un mayor lustre y renombre para Compostela. Sus sospechas debía tener Roma ante la actitud de Gelmírez pues gente había que le acusaba de ser, por encima de otras cosas, católico, apostólico y compostelano... Pero, finalmente, siendo Papa Calixto II, antiguo amigo de Gelmírez, se accedió a dar jerarquía arzobispal a la sede Compostelana en detrimento de la diócesis emeritense, entonces en zona musulmana.
Como opinión sobre la personalidad de Gelmírez queremos dejar la de Menéndez y Pelayo, para quien el obispo era: ...francés de corazón, todavía más que gallego; idólatra de la cultura transpirenaica, representada por los cluniacenses, la que quiso adaptar a su pueblo, para el que soñaba con la hegemonía civil y eclesiástica de las Españas, simbolizada en la mitra que ceñía y cuyos honores y prerrogativas amplió a toda costa sin reparar en medios, más como gran señor feudal que como custodio de la tumba del Apóstol.
Gelmírez, tras los problemas que siguieron a la deposición anticanónica de don Diego Peláez, fue nombrado administrador de la sede compostelana en 1096. Cuatro años más tarde, en el 1100, fue elegido obispo, pontificado que duró hasta 1120; en ese momento la iglesia compostelana pasó a ser metropolitana y Gelmirez continuó, ya como arzobispo, hasta el año 1140. ¡Toda una etapa!
Que buen articulo, realmente lo supe disfrutar, gracias por compartirlo, un saludo.
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