domingo, 2 de marzo de 2008

PALABRAS DE Dña. EMILIA CASAS EN NOMBRE DE LOS NUEVOS COFRADES

Boas noites. É un verdadeiro pracer atoparme aqui neste acto con todos vostedes.
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Cuando Carlos de Blas me anunció hace unos meses que el Consello de la Enxebre Orde da Vieira me había propuesto para recibir los atributos de dicha Orden me produjo una gran alegría y satisfacción personal, unida a un profundo agradecimiento, que en este emotivo momento deseo manifestar públicamente a todos los integrantes del Consello, agradecimiento que, además, tengo el orgullo de formular en nombre de los gallegos que hemos sido distinguidos este año. Es una gran responsabilidad que espero cumplir expresando los sentimientos de todos ellos.
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La Enxebre Orde da Vieira es una organización que “no ten definición” como expresamente señala, pero que se caracteriza por constituir un espacio común, un lugar de encuentro entrañable de los gallegos que una vez al año se reúnen –este ya es su 41º capítulo ordinario- en Madrid para manifestar y reivindicar lo que tan profundamente nos une, nuestros lazos con Galicia. Destaca, así, por su capacidad de acogimiento y de iniciativa para reforzar el sentido de pertenencia a una comunidad, Galicia, siempre volcada al cuidado de sus gentes como en este acto se demuestra. Bajo el lema “Lembranza e Amistade” desde 1967 se reúnen cada año más gallegos de todo el mundo movidos por el impulso entusiasta de la Enxebre Orde da Vieira, que alienta también muy diversas actividades, publicaciones y premios, siempre en torno a su lema que con tanto gusto como decisión asumimos y que tan necesario es en estos tiempos difíciles.
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Permítanme una referencia personal relacionada con la alta responsabilidad que desempeño: la presidencia del Tribunal Constitucional. La pertenencia a esta Orden es una distinción especialmente apreciada que lucen con orgullo, entre otros, el Presidente emérito del Tribunal Constitucional Álvaro Rodríguez Bereijo y el Magistrado también emérito Pablo Cachón Villar. La presencia gallega ha sido, pues, importante en el Tribunal Constitucional.
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Los que en esta ocasión nos incorporamos a la Enxebre Orde da Vieira somos ciertamente un reflejo de la pluralidad y riqueza con que Galicia ha contribuido y contribuye a la configuración y desarrollo de España, y al mundo, y que es también el fundamento de nuestra fuerza. Las condiciones que empujaron a tantos miles de gallegos durante siglos a procurarse un futuro mejor nos obligaron en muchos casos a salir de nuestra tierra y a esforzarnos de una manera destacada en nuestras respectivas profesiones. La combinación de ese esfuerzo y de esa necesidad de abrirnos a otros mundos, sin olvidar nunca y cuidar permanentemente nuestros orígenes, es posiblemente uno de los rasgos distintivos del hecho de ser gallegos. Y es que el esfuerzo tenaz por conciliar nuestra plena incorporación a los nuevos espacios y realidades, de cuyo conocimiento y culturas siempre nos enriquecemos, con la fidelidad y el cariño a nuestras raíces y el sentido de pertenencia a Galicia hacen de nosotros una comunidad arraigada por lejos que nos encontremos.
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Estoy segura de que todos los aquí presentes -excluyendo lógicamente a los residentes en Galicia- van con frecuencia a nuestra tierra, aunque siempre con menor frecuencia de la deseada, como también ocurre en mi caso. Por eso, la distinción con la que hoy se nos honra constituye, sin duda, una profunda alegría al contribuir a recordar nuestras raíces.
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Si bien es verdad que los seres humanos nos caracterizamos por la movilidad que nos permite no ser esclavos de nuestras raíces, conocer otros mundos, en suma, enriquecernos con la savia de otras culturas, no es menos cierto que no podemos renunciar a aquellas raíces sin perder parte de nuestra identidad.
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Una identidad que se ha intentado identificar en el pasado con un sentimiento de angustia por lo perdido y de rechazo de lo adquirido, expresado con gran belleza en nuestra literatura, paradigmáticamente por nuestra gran poetisa Rosalía de Castro al transmitir la nostalgia (morriña) por la tierra y su ausencia ("Inexplicable angustia/hondo dolor del alma/recuerdo que no muere..."), pero que tiene hoy otro sentido en un contexto histórico diferente, el actual de la globalización, en el que la pertenencia a una comunidad bien definida (identidad) se combina con la apertura a otras y al mundo facilitada por la incidencia de las nuevas tecnologías y por la facilitación de las comunicaciones, tan necesaria para Galicia. Hoy, afortunadamente, vamos y venimos de Galicia, vivimos dentro y fuera, pero siempre dentro.
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Siempre serán pocos los esfuerzos que despleguemos para seguir haciendo de nuestra identidad allá donde nos encontremos un motivo de orgullo y de unión, de manera amable, sin hacer de ella excusa para el aislamiento ni el antagonismo, pero con voluntad firme de colaborar desde la distancia al progreso de Galicia.
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En este emocionante acto once gallegos o con lazos especiales con Galicia nos sentimos especialmente honrados por ser acogidos en la Enxebre Orde da Vieira, personas que somos también reflejo de esa riqueza y variedad de la sociedad gallega.
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Ya han sido destacados los merecimientos de cada uno, pero yo quiero subrayar los distintos ámbitos en los que nos hemos desempeñado: desde la diplomacia, a la medicina, la empresa, la literatura, la difusión cultural, los medios de comunicación, la gastronomía, la academia, la judicatura y las comunidades gallegas en el exterior.
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Somos, sin duda, una selección representativa de lo que es la comunidad gallega en España y en el mundo, todos unidos por el lazo de la galeguidade, del amor a Galicia y de nuestra deuda con ella, que sabremos honrar el lema del diploma que hemos recibido. Dice el diploma de miembro:
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Por canto fixo, fai e ainda mais fará
polo enxerguemento da Terra.
Pra que viva entre nos, con Lembranza e Amistade
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Concluyo agradeciendo al Consello en nombre de todos nuestra incorporación a la Enxebre Orde da Vieira.

Moitas gracias.