viernes, 18 de junio de 2010

Diario de una pareja de peregrinos: Etapa 16: De El Burgo Ranero,Mansilla de las Mulas, León / 37,5 kms

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Un nutrido grupo de peregrinos nos seguía a corta distancia

Una larga etapa nos espera. Un buen y temprano desayuno en el Hostal del Peregrino, en El Burgo Ranero, nos iba a facilitar las cosas. Compartimos el café con D. Jesús Calvo, párroco de la localidad, que nos desea, por escrito, una feliz peregrinación al tiempo que nos obsequia con un poema del que lo fue de Nájera, D. Eugenio Garibay. Su lectura nos emociona pues expresa muy atinadamente lo que siente el peregrino jacobeo. Su versión completa es fácil encontrarla en la Red, así que nos conformamos con reproducir algunos versos:

Polvo, barro, sol y lluvia
Es el Camino a Santiago
Millares de peregrinos
Y más de un millar de años.
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Peregrino, ¿Quién te llama?
¿Qué fuerza oculta te atrae?
Ni el camino, las estrellas
Ni las grandes catedrales.-
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No es la bravura navarra
Ni el vino de los riojanos
Ni los mariscos gallegos
Ni los campos castellanos.
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La fuerza que a mí me atrae
La fuerza que a mí me empuja
No sé explicarla ni yo
Sólo el de arriba lo sabe.

Una legua escasa hasta Mansilla de las Mulas

Con el inesperado y agradecible obsequio, iniciamos la marcha hacia Mansilla de las Mulas. Alguna laguna, donde es fácil escuchar el croar de las ranas que dan apellido al pueblo, da paso de nuevo a la interminable llanura, sólo rota por alguna suave ondulación del terreno, como en las inmediaciones de Reliegos, que aprovechamos para fotografiar un nutrido grupo de peregrinos que nos seguía a corta distancia. Estábamos a una sola legua (unos 5 kilómetros largos) de Mansilla de las Mulas, cuyas murallas cruzamos por la Puerta del Castillo. Ya dentro del pueblo, en uno de los albergues privados donde repusimos algo las fuerzas, nos esperaba una sorpresa. El grupo de peregrinos que nos seguía, que contaba con vehículos de apoyo, nos ofreció acompañarles a Gradefes, localidad cercana situada en la carretera de Riaño, donde se ubica la maravilla del Monasterio de Santa María la Real. Agradecidos, aceptamos y allá que fuimos. Como casi siempre que visitamos algo de la espectacular riqueza artística del Camino, creemos que es mejor sugerir su visita que describirlo. Tan sólo diremos que puede apreciarse en él la serenidad y el orden casi perfecto de las construcciones cistercienses.

El espectacular claustro del monasterio de Santa María la Real, en Gradefes

De vuelta a Mansilla, reanudamos todos la ruta a León. El paisaje empieza ser distinto. Más verde, menos llanos, ríos con más caudal. El Esla da paso al Porma en Puente de Villarente, donde una vez más constatamos cómo las infraestructuras se olvidan del Camino y de los peregrinos y les hacen cruzar el puente, sin arcén alguno y a pocos centímetros de un peligroso e intenso tráfico. Sanfelismo, Arcahueja y Valdefuentes jalonan el resto de la etapa hasta coronar el Alto del Portillo, desde donde ya se divisan las torres góticas de la catedral de León. Muy cansados, dada la longitud y el ya más accidentado trazado de la etapa, llegamos al centro de la ciudad y recordamos los versos de Garibay, la fuerza que mí me empuja, la fuerza que a mí me atrae, no sé explicarla ni yo, sólo el de arriba lo sabe.
M & JF

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